jueves, 14 de diciembre de 2017

Corrupción y violencia

Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre,
 acabarás formando parte de ella
Joan Baez

“No importa que roben,
pero que hagan obra”.
Así piensa,
una buena parte del electorado
que cada cierto tiempo,
con su voto elige
a los “representantes del pueblo en el Estado”.

Si frente a los actos de corrupción,
no hacemos nada,
ni siquiera asombrarnos,
corremos el riesgo
de llevar la ética a grados mínimos,
de asesinar la ética día a día.

Si frente a los actos de corrupción,
los organismos de control,
no pueden garantizar independencia,
idoneidad, fortaleza, sentido común,
transparencia y razón,
poco se puede esperar
para poder juzgar
como debe de ser,
como manda la ley,
a los corruptos y ladrones,
que se llevan el dinero por montones,
causando un daño irreparable,
fortaleciendo la imagen
del político insaciable,
de dinero y poder,
de convertirse en el absoluto,
de querer ser un rey.

La corrupción es una forma de violencia,
porque carcome las estructuras del Estado,
porque ese dinero robado
ya no podrá ser utilizado en obras,
en servicios, en mejoras,
para todos los ciudadanos.

La corrupción es una forma de violencia,
porque daña los corazones y las mentes,
de hombres y mujeres
que seducidos por el dinero fácil,
por las ganancias desmedidas,
por la ambición y la codicia,
hacen hasta lo imposible para robar,
y dejar sin dinero al Estado,
sin importarles nada,
solamente su propio beneficio
y el beneficio de las mafias
que los promocionan, protegen y chantajean.

La corrupción es una forma de violencia,
que como otras formas,
pasa por momentos inadvertida.
Son tantos los millones que se roban,
que se han robado,
y que resignados esperamos se roben,
que no es posible llegar a entender ese volumen,
no nos podemos hacer siquiera una idea,
de todo ese dinero que se llevaron
y se llevarán a manos llenas.

No podemos repetir aquella frase,
que legitima a los corruptos en el poder,
de que roben, pero que hagan obra.
Porque el servicio público,
no es para robar,
es para construir para lo social,
para lo común,
para el presente y futuro de todos.

Si el poder en el poder
en una suerte de complot,
que se toma todos los poderes del estado,
y roba a manos llenas
el dinero de los ciudadanos,
y a la par construye obras,
buenas o malas,
no podemos cerrar nuestros ojos,
relajar nuestra ética,
y no indignarnos, denunciar,
enjuiciarlos y encarcelar
a todos esos desgraciados,
que han jugado con la ilusión
y el futuro de seres humanos.

Pero eso no es todo,
quizá, no es siquiera,
lo más importante,
porque podremos llenar las cárceles
de corruptos ladrones,
y creer que con ello
se cambian los patrones.
Debemos educar,
educar en la ética,
en el respeto, en el honor del servicio,
en el gusto de servir,
sin buscar ningún rédito.
Que quien sea elegido,
para administrar el dinero común,
el dinero público,
lo haga por el gusto de servir,
y al terminar,
regrese a su casa,
con la satisfacción del deber cumplido,
y los bolsillos llenos de agradecimientos.

La corrupción como forma de violencia,
acabará en la medida,
en que eduquemos en la honestidad.

Cuando merezca la pena ser honesto,
cuando de verdad valoremos la honestidad,
y elijamos a políticos que sean abanderados de la verdad,
ese día la corrupción,
dejará de ser ese mal,

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que se toma  y asesina la patria y la nación.

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