jueves, 7 de diciembre de 2017

Ceguera

Una de las formas secundarias de la ceguera de espíritu
es precisamente la estupidez
"El hombre duplicado" (2002)
José Saramago

Sentado frente a un ciego,
que había perdido la vista,
-varios años atrás-
fui testigo, por un momento,
de su historia y de su humor,
de sus anécdotas y de su momentos de terror.

Descubrí en su voz,
y en su pensamiento,
algo que no había tenido en cuenta:
el amaba lo que había visto,
en los años que podía ver,
y en ese amar,
abrazó su ceguera,
no como una condena,
sino como una forma de vida,
como un reto, como un renacer.

Era ciego,
y no por ello pedía compasión.
Era ciego,
y no por ello perdía su pasión.
Una pasión por la enseñanza,
y por un mundo mejor.
Una pasión por tiempos nuevos,
por tiempos de equilibrio,
por tiempos de comprensión.

Me invitó a mirar la vida,
desde la visión de un ciego,
que confía en su mano y su bastón,
en el brazo del amigo,
en el apoyo de todo corazón.

Estaba en silencio,
escuchando sus palabras,
intentando reaccionar,
al estúpido pensamiento,
que me decía:
“si eso te pasa algún día,
seguro no lo puedes superar,
seguro vas a fracasar”.
Y a la par pensaba,
que en mi delante tenía,
el vivo ejemplo de que todo se puede,
si de verdad lo quieres.

Porque la verdad sea dicha,
él no era el ciego,
los ciegos éramos todos los demás,
todos los que nos creíamos con la capacidad de ver,
porque nuestros ojos nos muestran
unas imágenes y unos momentos,
que creemos son la verdad.

No nos detenemos a pensar,
que hay una ceguera,
dolorosa y cruel,
que nos impide ver,
que nos impide caer en cuenta,
que el poder corrupto sigue allí,
llenando nuestros oídos
con música de sirenas,
disfrazando la realidad
con mentiras verdaderas.

Estamos llenos,
absolutamente llenos,
de una ceguera tal,
que no llegamos a distinguir la mentira,
de la cruda verdad.

Autoridades que se entregan,
al poder del dinero y la corrupción,
que se toman por asalto,
los fondos del Estado,
los fondos de los afiliados,
de la supuesta seguridad social.

Autoridades legislativas,
que se ríen de nuestra ceguera,
y mienten a diestra y siniestra,
mientras montan sus shows
de delirio y persecución.

Políticos corruptos,
que se benefician de su condición,
y a los que pagamos sueldo y protección,
mientras siembran violencia, odio y rencor.

Ceguera dolorosa y terrible,
que nos convierte en meros asistentes,
del atraco a la patria,
a la dignidad y a verdad.
Ceguera que nos transforma,
en enemigos del que piensa distinto,
del que opina, del que analiza,
del que propone, del que se contrapone.

Ceguera que nos hace creer,
que hay un cambio de poder,
mientras las autoridades en función,

juzgan al que denuncia y no al ladrón.

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