jueves, 6 de abril de 2017

Irrealidad

Lo irreal, lo imaginado y deseado,
resulta inesperadamente el factor capital de la realidad humana,
 y por tanto de la Historia.
Julián Marias

Sentado aquí me encuentro,
sin saber por donde empezar,
cómo escribir lo que siento,
cómo poderlo expresar.

Es que me duele esta realidad,
que es a la vez violenta,
una suerte de intranquilidad,
una realidad que está muerta.

No sé en qué momento,
el país se divide por completo
y las envidias nos dominan,
y los odios nos corroen.

Surge una espiral de odio,
una especie de ruleta,
en la que se juega sin sentirlo,
el honor y la miseria,
de la gente que se sirve del poder
que vive del poder,
y que necesita de él.

No se de qué manera
podría describir este momento,
donde la violencia supera
lo que cualquier tolerancia aconseja.

Maldito poder en el poder,
que ha conseguido su objetivo,
dividir a los hermanos,
destruir el diálogo,
fomentar la intolerancia,
clasificar al ciudadano:
o eres blanco, o eres negro,
no tienes opción,
no puedes decir que eres otra cosa,
eres lo que el poder quiere que seas,
y por ese hecho
te quieren o te odian,
te dan trabajo o te despiden,
te ayudan o te golpean,
te respetan o te vejan.

Es increíble,
que en esa isla de paz,
que alguna vez
llegamos a pensar
(que éramos o pensábamos ser),
hoy sea un espacio
donde reina el odio y la venganza,
el lenguaje diario del dolor,
la queja, la denuncia,
un mundo que se odia,
entre penas y miserias.

Poco tiempo hay para la esperanza,
ni se diga para la noviolencia.
Conquistados estamos
por los seres malvados
que reinan en el caos,
que compran conciencias con dinero,
que se nutren del odio y los malos momentos.

Es quizá,
el peor tiempo para hablar de paz,
pero también,
el mejor tiempo para vivirla,
porque lo violentos viven
de que tu creas y te convenzas
que la violencia es el camino,
que debes acabar con el prójimo
que es enemigo,
por el simple hecho de disentir,
por el simple hecho de ser
una persona diferente.

Malas noticias para los violentos,
porque tengo la esperanza,
de que siempre habrá
seres humanos
que hagan el ejercicio complejo
de poder amar
a todos por igual,
que trabajen por un bien común
y dejen de lado
su interés particular,
que busquen servir,
y olviden servirse de los demás,
que amen y no odien,
que sueñen y no dormiten,
en fin,
en este mundo irreal,
mucho hay por trabajar
por educar el corazón
y formar la razón para servir,
y soñar despiertos

por un mundo mejor.

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