viernes, 24 de marzo de 2017

El otro país

"Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo,
 pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo".
Abraham Lincoln


Vivimos una época compleja,
donde el poder en el poder
te cuenta la historia,
su historia de la realidad,
una historia que ese poder
quiere quiere creas, a toda costa.

Porque uno es el país
en el que te dicen que vives,
con servicios públicos impecables,
con poderes del Estado independientes,
con sistemas de justicia
que defienden los derechos humanos,
con educación pública pertinente
y de calidad humana,
con medicinas y salud pública,
que atiende siempre a todos,
cada vez que lo necesitan.

Pero hay otro país,
el país del poder,
el país donde el poder vive,
en un sistema de impunidad absoluta,
en condiciones de lujo y privilegio.
Un país donde el poder
no  rinde cuentas de nada
ni de su obra y su calidad,
ni  del dinero que gasta,
ni  de las deudas que contrae,
ni de las cosas que dice,
cómo lo dice y contra quien lo dice.
En ese país,
el poder compra a manos llenas,
se  llena de lujos,
y se llena la boca diciendo,
que es un poder humilde y pobre,
que es un poder popular
al servicio del pueblo,
que consuman lo nuestro
cuando ese poder consume
las grandes marcas mundiales
cada vez que viaja y despilfarra
en sus viajes oficiales.

Hay otro país,
donde  al poder le conviene,
crear el imaginario colectivo
de que ser pobre es bueno
y que el rico,
o quien tiene un sano emprendimiento
es el malo y el contrario.
Entonces a los pobres
hay que regalarles dinero,
y en ese regalo compromete
la voluntad del beneficiado,
que no quiere dejar que llegue
mes a mes el dinero regalado.
En ese país,
ese colectivo se transforma
en un apoyo incondicional,
porque en época electoral
le ofrecen regalar,
no solamente dinero,
sino casas, estudios,
en fin, casi de todo,
y sin trabajar.
Sin ponerse a pensar,
que nada es regalado,
pues alguien lo paga
y ese alguien,
son nuevamente todos
los que con un trabajo
pagan impuestos
como ciudadanos honestos.

Hay otro país,
un país donde cuesta
y cuesta mucho,
llevar el pan a la mesa,
donde es tan complejo
iniciar un negocio,
donde es muy difícil
intentar generar fuentes de empleo.
Un país,
donde la seguridad social
está secuestrada por el poder,
donde el futuro de los afiliados
es un hecho incierto.

Un país lleno de oportunidades,
pero lleno de complicaciones,
porque al poder en el poder
poco le interesa la libertad,
los corazones y mentes libres,
las bocas libres para hablar,
las manos libres para escribir y crear.

Es en ese país,
donde debemos trabajar,
no para que nos digan cómo vivir,
o contarnos una supuesta realidad,
sino para trabajar sin descanso,
por el futuro incluyente,
que se construye en un presente
juntos de la mano,
conviviendo en la diversidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para vivir en un país de oportunidades, es bueno ser participe de las deciciones. Y no esconderse detras de la propia comodidad. Lamentablemente en este proceso eleccionario, he visto con dolor la gente que esta comprometida, que es poca, y la que se queja pero no hace nada.
Aplaudo sus palabras, nos dan un panorama real, pero a mas de eso...¿Qué vamos a hacer para cambiar?