jueves, 12 de enero de 2017

Política y paz

De golpe se acercan unas elecciones y no sabes a quién votar. Sé lo que no quiero votar, pero lo que quiero votar no lo veo. Eso produce una impotencia enorme y los políticos deberían darse por aludidos
Pedro Almodóvar

Asumimos, por error,
creo  yo,
que la política es patrimonio de los políticos,
y que son ellos,
para bien o para mal,
que hacen de ella,
una forma de vida,
el espacio para  decidir,
cómo debemos vivir.

Asumimos por comodidad,
un rol pasivo en la política,
convencidos como estamos,
de que solamente somos votantes,
solamente somos ciudadanos,
que nada pueden hacer
para cambiar y mejorar
la realidad en la que vivimos.

Dejamos de lado la política,
a pesar de que ella,
es invitación innata
al trabajo comunitario,
a la construcción conjunta
de un modelo de desarrollo local,
que conlleva la renunciación
al interés propio por el interés común.

Es la política entonces
un instrumento para construir
una cultura de paz,
donde el político cumple
la promesa de campaña,
respetando la democracia
y sus valores supremos
de alternancia, independencia, tolerancia,
honestidad y verdad.

No podemos dejar que nos quiten,
la responsabilidad que tenemos,
en la construcción de un modelo político,
en una forma de hacer política,
diferente a la que ahora vemos,
donde los candidatos sonrientes en la fotos,
abrazan, prometen, invitan,
se declaran amigos de todos.

Juran que con ellos en el poder,
la realidad será otra,
incluso y a pesar
de haber sido poder
y sin haber podido cambiar
realidades dolorosas del país.

No creo en esa política,
que entiende que el poder
es del caudillo,
que pide el voto para encumbrar
a unos pocos
que emiten leyes sin cesar,
que insultar sin parar,
que no dan cuenta de los fondos,
que hay sido entregados para gobernar.

No creo en esa política violenta,
que quiere hacerme creer en dioses de barro,
que someten a los poderes públicos a su mandato,
que compran conciencias con chequeras ajenas,
que venden imagen de democracia,
porque alguien es su momento les dio el voto,
que derrochan dinero en jugosas campañas,
que buscan hacernos creer,
que con ellos estamos bien,
que no hace falta cambiar,
que todo lo demás está mal.

La política no es,
ni tiene que ser
sinónimo de violencia,
debe ser un delicado balance
entre el servicio, los intereses de la colectividad
y las necesidades de la individualidad.
Creo en una política
entendida como una oportunidad de crecimiento,
una invitación al trabajo compartido,
un soñar juntos aquel horizonte
que incluye mayorías y minorías,
es trabajar no para dar empleos
ni regalar bonos ni dinero,
sino para crear condiciones para que los ciudadanos
soñemos y hagamos realidad nuestros sueños
creando empresas socialmente y ambientalmente responsables,
en pocas palabras,
que seamos solidarios
y que pensemos más allá de nuestros propios intereses.

Creo en una política de paz,
y en los políticos que así la practican,
de los otros hay poco que decir,

pues ellos mismos hablan con sus burdas acciones.

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