jueves, 15 de diciembre de 2016

No puede pasar... no podemos permitir

Los hombres se quejan de "la injusticia y el abuso" hasta que son capaces de ganar fuerza. Una vez que este poder está en sus manos, lo usan si es necesario para la comisión de injusticias y abusos
Henri Becque

Escucho comentarios de rechazo,
de personas, de funcionarios públicos,
que han sido llamados,
que han sido conminados a apoyar
las actividades de campaña electoral
de los candidatos del gobierno,
de los candidatos del poder.

Esto,
de ser verdad,
no puede pasar,
no debemos permitir,
que un funcionario público,
que recibe su remuneración
por un determinado trabajo,
utilice ese tiempo
para apoyar la campaña
del o los candidatos del poder.

Esto,
de ser verdad,
no puede pasar,
no debemos permitir,
que el director de una institución
que es de servicio público,
disponga reuniones de planificación
y búsqueda de financiamiento
de la campaña de los candidatos del poder.

Esto, de ser verdad,
habría que denunciar,
no solamente a las instancias nacionales,
sino a los organismos internacionales
que monitorean los sistemas de democracia
en cada país.

No alcanzo a entender,
los alcances del poder,
cuando en tiempos de elecciones
dispone que sus instituciones
siembren el miedo en los corazones
de funcionarios y trabajadores,
regando un discurso del miedo
que pretende hacer creer
que sino gana el poder
todos perderían sus empleos.

¡Qué acción tan baja!,
¡Qué actitud tan miserable!,
en lugar de cumplir con su deber,
en lugar de devengar el sueldo y el presupuesto,
dedicarse a trabajar
por mantener su propio estado de bienestar.

Funcionarios que convocan
a reuniones amenazantes,
que buscan una falsa solidaridad,
que cobran viáticos para viajar,
a reuniones de partido
y no a reuniones de trabajo.

De ser verdad,
de ser esto una realidad,
hablaríamos de que la ética
ha sido olvidada en el liderazgo
del ejercicio público.

De ser verdad,
no podemos callar,
que usemos todos los medios
para poder denunciar
a quienes roban tiempo,
dinero y sueños,
de ciudadanos,
de funcionarios.

Que la semilla de la amenaza,
no caiga en ningún terreno fértil,
y que no debilite la voluntad
de ningún ciudadano,
que el mal funcionario,
aquel que roba el tiempo y el dinero público
para dedicarse a hacer campaña
y a no trabajar para lo que se le paga,
deje la comodidad del anonimato
y rinda cuentas de su falta
y de su prepotencia,
y se someta a la ley y a la pena
producto de su actuar inhumano

ignorante y malsano.

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