jueves, 1 de diciembre de 2016

Malo conocido...

Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas.
Samuel Johnson
Tiempos de elecciones,
tiempos de viejos actores,
que con nuevos libretos
o libretos maquillados
buscan el voto del pueblo.

Mientras pasa el tiempo
del ejercicio público,
donde ese funcionario
cumple el mandato del soberano,
miramos a esos funcionarios,
… a algunos, según unos,
a muchos, según otros,
hacer lo contrario
a lo que prometieron en campaña:
trabajar por el pueblo,
legislar, trabajar por los más necesitados,
luchar contra la corrupción,
defender, más allá de una bandera política,
el interés y el bienestar popular.

Ha pasado el tiempo de su mandato,
y hoy regresan presurosos
sonreídos y seguros del voto,
diciéndonos todo lo bueno que han hecho,
y prometiéndonos muchas cosas buenas más.

Han regresado al tiempo de campaña,
donde te saludan y sonríen,
donde la promesa no tiene límites.
Están en su derecho, lo sé,
y esa es su libertad,
pero también está nuestro derecho a elegir,
a analizar la propuesta,
a votar con conciencia,
a no botar el voto,
a no desperdiciar la oportunidad
de poder cambiar,
de hacer diferentes las cosas,
de que este tiempo no sea
una suerte de mercado de ofertas,
donde se vota por las falsas sonrisas,
por los mismos de siempre,
porque es mejor “malo conocido,
que bueno por conocer”.

Y no por ser nuevo un candidato,
merece nuestro voto,
también es cierto,
merece que analicemos su propuesta
y su trayectoria de vida,
que le acompañen las buenas costumbres
y sobre todo la ética.
Ese saber hacer bien las cosas,
las sencillas y las complejas,
comportándose siempre igual,
en su vida pública,
como en su actividad privada.

Interesa entonces saber qué propone,
y cómo se propone hacerlo,
porque el candidato nuevo
debe tener el derecho
a ser escuchado y valorado,
a ser preguntado y cuestionado,
a contar con un espacio igual
que el que tienen los candidatos de siempre
porque deben competir
en igualdad de condiciones,
en igualdad de derechos…
en igualdad de obligaciones.

Que al llegar a votar,
no pongamos por pretexto
el no haber leído el texto
de la propuesta electoral.
Debemos ser serios,
porque nos jugamos el futuro.
Si voto por alguien en particular,
que sea porque así lo siento,
no porque es un mal conocido,
no porque tuve pereza de leer,
una propuesta nueva,
y al final termino,
eligiendo a los mismos de siempre,
que volverán de nuevo
a pedir el voto
con las tradicionales propuestas,
adornadas con palabras nuevas

y viejas mañas.

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