viernes, 29 de julio de 2016

¡Ay país!

Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el descernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.
Alexander Hamilton

¡Ay país! a dónde te han llevado,
los llamados padres de la patria,
los autodenominados escogidos,
los autoproclamados dioses de barro.

¡Ay país!
cuando lo que necesitas es unión,
cuando lo que necesitas es esfuerzo,
cuando lo que necesitas es compromiso,
no encuentras sino
un camino lleno de obstáculos
una realidad política
donde la pugna es la que reina
donde la intolerancia es la que gobierna,
donde la sinrazón es la filosofía del poder,
donde el “quemeimportismo” es la lengua común.

¡Ay país!
dónde están tus hijos,
que acudan presurosos a defenderte,
que acudan prestos a renunciar
a cualquier interés particular,
y se pongan a trabajar
por un país para todos,
por un país que fomenta el trabajo,
por un país con reglas claras,
por un país solidario,
por un país para seres humanos.

¡Ay país!
cuanto se echa de menos
una clase política seria y comprometida,
que cuando se encuentre en el poder
sea sinónimo de servicio y de bien,
que cuando se encuentre en el poder
construya,
sobre la base de lo construido anteriormente
nuevos escenarios de desarrollo,
nuevas oportunidades para todos,
que nos conecte al mundo,
y que conecte el mundo al país,
que facilite la vida,
que el ser feliz,
sea un bien común y compartido.

Cuanto se echa de menos,
una clase política,
que cuando no esté en el poder
y deba cumplir su rol de opositor,
estudie, diseñe y proponga
opciones razonadas y meditadas
de por dónde se debe construir
una política pública,
una nueva forma de gobernar.
Que sea a la vez un juez adecuado,
para juzgar al gobernante y sus empleados,
para exigir y pedir
las cuentas sobre el dinero público
y los planes que el gobierno tiene,
para el progreso de sus ciudadanos.

¡Ay país!
se echa de menos también,
a unos ciudadanos activos,
responsables y propositivos,
que se unan para trabajar,
para pensar, para proponer,
para meditar,
todo lo que falta por hacer,
todo lo que el gobierno no puede hacer,
todo lo que la oposición no alcanza a ver.

Unos ciudadanos,
que han logrado superar
el azote del fundamentalismo,
y que en lugar de discutir,
sobre colores de banderas políticas,
o sobre caudillos sin historia,
encuentren que el prójimo y su bienestar
es el fin por el que se debe trabajar.

¡Ay país!
ojalá lleguen pronto esos políticos serios,
esa oposición madura y consciente
y esos ciudadanos responsables y activos,
porque si tardan,
no sé si llegues a soportar
tu desgraciado estado actual,
cargado de miedos, mentiras, dime y diretes,
acusaciones, amenazas, denuncias y contrademandas.

No elegimos dioses,
elegimos personas
que administres temporalmente el país,
con el único fin
de crecer, progresar y ser felices todos.

¡Ay país!
que este dolor acabe,

y acabe pronto para beneficio de todos.

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