jueves, 5 de noviembre de 2015

Fronteras, territorios de oportunidades

Creo en el hombre antes que en las fronteras.
(Anónimo)

En algún momento de la existencia humana,
se dio forma al concepto de frontera,
se dividió el territorio,
se delimitaron naciones,
pueblos y conglomerados.
Y ese concepto se reforzó con la guerra,
con la cruenta lucha de los pueblos hermanos,
que fueron saqueados y asesinados por soldados,
que representaban y representan
la fuerza de la violencia.

Las fronteras entonces,
se transformaron el lugares lúgubres,
llenos de controles,
de militares y policías
que impiden la movilidad humana.

Las fronteras convirtieron en desierto,
las tierras vecinas,
porque ante la amenaza de la guerra,
era mejor,
era preferible no sembrar la tierra,
no cultivar, no generar empleo,
no generar progreso.
Una frontera muerta,
era una frontera poco apetecida,
al menos eso se creía.

Y esas fronteras siguen,
están presentes y son más fuertes y complejas
cuando dividen a ricos y pobres
o a territorios en guerra,
de territorios en paz,
a territorios que ofrecen oportunidades,
de territorios que se llenan de muertes y hambre,
a territorios olvidados,
de territorios privilegiados.

Esas fronteras también siguen,
en las mentes de los humanos,
que cierran las puertas al desvalido,
al que pide ayuda, al que necesita ayuda.

En estos días,
a propósito del aniversario de la paz,
entre Ecuador y Perú,
hablamos  de fronteras,
pero como territorio de oportunidad,
como espacio de colaboración comunitaria.
Es cambiar el paradigma,
y añadir elementos de cultura de paz:
pueblos y sociedades que trabajan juntos,
ciudadanos que aprenden
a construir redes de conexión, colaboración y progreso,
búsqueda conjunta
de soluciones a problemas comunes,
financiamiento conjunto
a iniciativas de beneficio común,
libre tránsito de personas y mercancías.
En fin…
oportunidades que necesitan ser trabajadas
por la sociedad civil con el apoyo de los gobiernos,
por las instituciones con el apoyo de fondos públicos,
y fondos de empresas y sectores privados.

El reto es interesante,
pero no puede quedarse
solamente en una frase,
hay que ponerle contenido,
hay que ponerle agenda,
hay que escuchar a qué nos comprometemos
y cómo lo vamos a conseguir,
hay que pedirles a los gobiernos
que nos apoyen,
hay que decirles a los ciudadanos
que la paz está en nuestras mentes y corazones,
que desde allí,
con el ejemplo de la cultura de paz,
se irradia a nuestras acciones
y al futuro de nuestras naciones

y pueblos hermanos.

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