jueves, 12 de marzo de 2015

La intolerancia, como forma de vida

Es propio de hombres de cabezas medianas
embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.
Antonio Machado

Disfrazada de dama educada,
la intolerancia se acomoda e instala,
en la mente de mujeres y hombres,
que actúan inconscientes
-y también conscientes-
contra todo lo que no sean
las verdades declaradas
por los intolerantes 
regados por la faz de la tierra.

La intolerancia,
como forma de vida,
se ocupa por destruir
las bases conceptuales
y las prácticas sociales
que tienen relación con
el cultivo y respeto
de los derechos humanos.

La intolerancia,
como forma de vida,
está en la familia,
y se traduce en acciones violentas,
contra la forma de ser y pensar,
de los miembros del entorno familiar,
se impone el criterio de uno solo:
lo que se come, lo que se dice,
lo que se compra.
Se impone además,
un concepto unidireccional de respeto:
solamente se respeta al intolerante,
porque el intolerante no respeta a nadie,
no tiene obligación de hacerlo.

La intolerancia,
como forma de vida,
está en el trabajo,
y se traduce en el maltrato al subordinado,
al común de los empleados,
que por un salario
debe aguantar la ínfulas y violencia
del intolerante que cree que ser jefe
es todo menos guiar,
educar, animar, motivar,
y generar el mejor de los ambientes
para poder trabajar en paz.

La intolerancia,
como forma de vida,
está en la sociedad,
y se convierte
en una especie de cultura,
promoviendo modelos de vida
que se basan en la violencia,
en la exclusión,
en el acoso,
y en el maltrato.

La intolerancia,
llega a transformarse
en una forma de gobierno,
a través de la cual,
al igual que en la familia,
se imponen modelos
que nacen de la mente del intolerante:
lo que debes comer,
lo que debes hablar,
lo que debes vestir,
con quién te debes llevar,
lo que debes callar,
lo que debes obedecer.

Y terminas tu vida,
al servicio del intolerante
que es una especie de deidad,
y que se ha ganado tu voluntad.

La ignorancia,
como forma de vida,
solamente tiene cabida,
en la ignorancia,
en el fanatismo,
en el quemeimportismo,
en una amarga conformidad
de un modo de vida,
en el que recibes migajas,
a cambio de tu vida sometida.

La intolerancia,
como forma de vida,
acabará cuando eduquemos,
cuando formemos,
cuando seamos ejemplos
de dignidad, de tolerancia,
de respeto, de igualdad,
de amor y de paz.
Ese será el principio del fin,
de la intolerancia,

como forma de vida.

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