viernes, 14 de noviembre de 2014

Hacia la democracia deliberativa

Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona 
y nadie debe ser divinizado.
Albert Einstein

Corren tiempos de “democracias”.
Nos dicen y nos aseguran,
que hay países y naciones
que viven en regímenes democráticos…
y por eso,
y por esa razón,
mal pueden quejarse esos pueblos,
de limitaciones a la libertad
y a los derechos de los ciudadanos.

Aquellos que afirman esto,
comentan que democracia,
es aquel régimen,
en el que sus gobernantes
han sido elegidos por votación popular
y que, en mérito a esa votación,
tienen el poder y la libertad
de decidir por todos,
sin pensar en el algún momento en consultar
a aquella gente que les dio el voto
que les dispuso gobernar,
que les dispuso trabajar
por el bien colectivo,
y no por el bien particular.
A este modelo de democracia,
la podríamos llamar de participación indirecta…
es decir,
cada determinado número de años,
luego de una campaña política,
financiada por los ciudadanos,
elegimos y votamos
al mandatario y equipo
que vendrá a gobernarnos.

Ya en el poder,
el poder en el poder,
utiliza este tipo de democracia,
para reelegirse
cuantas veces quiera,
porque cuenta,
con las herramientas idóneas
y los métodos adecuados
para influir
en las decisiones de los ciudadanos
que han llegado a creer
que democracia es votar
cada cierto tipo de años.

Por el contrario,
podríamos  asumir la democracia
como deliberativa
donde la discusión,
donde el consenso
son elementos claves
para el buen gobierno.

La democracia deliberativa
sostiene que,
para que una decisión democrática sea legítima,
debe estar precedida de auténtica deliberación,
no solamente la agregación
de las preferencias que se produce en la votación.
Deliberación auténtica es la deliberación
entre los tomadores de decisiones
que esté libre de distorsiones del poder político desigual,
tales como el poder de un tomador de decisiones obtiene
a través de la riqueza económica o el apoyo de los grupos de interés.

Yo iría más allá,
en una democracia deliberativa,
no hay periodos de silencio
entre los ciudadanos.
No se trata de votar,
solamente,
se trata de votar,
evaluar al votado,
acompañarlo en su mandato,
exigirle el cumplimiento de su palabra,
evaluarlo,
participar activamente
en la construcción de la democracia
de la vida ciudadana,
pedir cuentas, leer las cuentas,
opinar sobre las cuentas,
pedir explicaciones cuando no se entiende,
pedir correcciones,
cuando éstas son pertinentes.

Si olvidamos nuestro rol,
de ciudadanos activos,
de ciudadanos comprometidos,
es probable que empecemos
a convencernos
de que democracia es…
y solamente es,
elegir a los mandatarios.
Lo que pase luego,
nos tendrá sin cuidado.
Y cuando eso pasa,
el poder en el poder,
transforma a la democracia,

en su propia casa.

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