jueves, 16 de octubre de 2014

Desaparecidos

Contra la injusticia y la impunidad: ni perdón ni olvido
Bertolt Brecht

México vive angustia y dolor,
no solamente enfrenta al narcotráfico
y también la corrupción,
hoy llora la desaparición de jóvenes estudiantes.

Los buscan en fosas,
entre cadáveres putrefactos,
que han sido enterrados
víctimas de la violencia y el terror,
los buscan en narcofosas,
que guardan cuerpos sin identificación
asesinados por las mafias,
en una guerra sin cuartel.

Las autoridades del país
anuncian investigaciones,
búsquedas y persecuciones,
de y a los delincuentes,
pero la sociedad civil no cree en nada,
no cree en nadie,
porque en medio de las investigaciones
se denuncia que miembros de la policía
y algunos políticos en el poder
son parte de las mafias que matan,
que asesinan, que desaparecen a seres humanos,
de la manera más impune posible
porque el sistema ha sido creado
para fomentar la impunidad,
para que impere la injusticia,
para que el poder en el poder,
para que el poder que maneja al poder en el poder,
siga creciendo en riqueza, impunidad y violencia.

¿Qué le pasó a este querido país?
¿En qué momento perdió el control?.
Muchas respuestas se podrán dar,
muchos análisis se podrán hacer,
pero de lo que si estoy seguro
es que el silencio cómplice y cómodo
de una sociedad civil que ha cerrado los ojos
en lugar de hacer algo a tiempo,
ha sido y es una de las causas más fuertes
para que esta triste realidad
sean el pan nuestro de todos los días.

Al poder en el poder,
al poder tras el poder en el poder,
le interesa y por ello trabaja,
en crear las condiciones adecuadas
para que florezca y crezca la impunidad
y su gran aliada: la injusticia social.
Siendo impune el poder,
logra sembrar miedo y terror
en la sociedad y sus ciudadanos,
para que cierren los ojos,
para que queden callados
ante la toma por asalto
de los poderes del estado,
y de las instituciones que deben servir a la sociedad.

El poder impune,
el poder injusto,
construye un imaginario
representado por caudillos de barro,
que fungen de profetas y dioses,
que pontifican lo buenos que son ellos,
y qué malos son los otros.
Escribe una nueva historia,
su historia,
y olvidamos rápido,
y callamos,
ante la injusticia y la impunidad,
ante la corrupción y la desigualdad.

Nuestro silencio es cómplice,
al igual que nuestra inacción.
Nada cambiará,
si los ciudadanos
no imponen nuevamente
la responsabilidad, la ética y el equilibrio
en el ejercicio del poder,
en la vida misma...
como decía el  poeta:
libres y de buenas costumbres,
y dirigir nuestros pasos.

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