viernes, 14 de diciembre de 2012

Ruido


Ten cuidado con las personas que te dicen lo honestas que son.
H. Jackson Brown

Campaña política,
palabras al viento,
promesas sin sentido,
ofertas, ofensas,
dinero y más dinero,
ruido, mucho ruido.

Desfilan por los medios,
algunos van invitados,
otros lo hacen imponiendo
su presencia,
porque son dueños del medio,
aunque digan que los medios son del pueblo.

Y todo lo que se escucha es ruido,
no hay palabras
solo hay gritos,
también amenazas,
acusaciones y sanciones,
y faltan las palabras.

No se discuten  principios,
no se habla de enseñar a pescar,
se habla de cuánto pescado
vas a regalar,
por el voto de aquel público
que solo escucha ruido.

El candidato no representa un partido,
él es el partido,
él son las ideas,
él es la inspiración,
él es el todo.
Cambiaron al candidato,
por un aprendiz de caudillo,
que funda su partido
en medio del ruido.
Y en torno al candidato
están los que lo apoyan
algunos que creen en él y sus pocas ideas,
otros, que están ahí
por un plato de lentejas,
por un cargo,
por un puesto,
por una promesa que quizá,
no llegue jamás.

Es un diálogo de sordos,
porque nadie escucha
solo hablan,
solo hacen ruido,
que sin sentido,
poco a poco se transforma
en el lenguaje único
del político en campaña,
que recurre a la estrategia de siempre:
comprar el voto,
a cualquier costo.

Es que el electorado,
quizá se ha acostumbrado
a escuchar el ruido,
y quizá olvidó,
que se debe pensar antes de hablar,
y que esa premisa
se debe exigir al que está en la política.

Quizá el electorado olvidó
que estaba harto y cansado
de aquel candidato
que luego fue su mandatario
y no hizo nada
solamente ruido,
y un ejercicio del poder
mediocre e insano.

Quizá el electorado,
pierde de a poco
la capacidad de diferenciar
entre el ruido y la palabra,
entre la verdad y la mentira,
entre la realidad y la ilusión.

Ruido,
solo escucho ruido
de bocas que se mueven,
de imágenes que sonríen,
de personajes que buscan
nuevamente mas poder
para seguir haciendo ruido,
y convencerte
que esa es la manera correcta
de vivir una vida funesta.

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