jueves, 22 de marzo de 2012

Los cuatro pelagatos

Se animan a caminar,
por todo el país,
y lo hacen por protestar,
se autodenominan:
la marcha por la vida,
se preocupan y se quejan,
por la gran minería,
por el agua que es poca,
aunque parezca mucha,
por los impuestos, por los costos,
aunque al final,
la pura verdad,
es que están cansados,
de un poder brutal,
que todo lo califica mal,
que todo lo descalifica,
que todo lo complica.

Se animan a caminar,
a pesar del camino,
a pesar de los obstáculos,
a pesar de los pesares,
porque los han tildado de
“indios”, de “borrachos”,
de golpistas mal paridos,
de oportunistas abnegados,
de mentirosos y terroristas.

Se animan a caminar,
y hablan de la vida, del agua,
de el “no” a la minería,
de hagamos las cosas mejor,
de pensemos en todos.

Se animan a caminar,
los “cuatro pelagatos”,
así los insultó el poder,
así dijo que eran,
una especie de mamarrachos,
haciendo bulla,
molestando la paciencia.

Se animan a caminar,
y poco a poco llegan,
a donde quieren llegar,
donde el poder habita,
donde el poder dormita,
donde el poder es el rey,
que pide a sus súbditos sumisión,
a sus proclamas de revolución.


Es una marcha,
una protesta,
una molestia,
de la cual se quieren aprovechar,
los de siempre,
los que el poder quieren,
los que dentro de poco pretenden
aparecer como salvadores,
como sabios,
como todos unos señores.
Pero es una marcha al fin,
calificada como lo peor:
el deseo de caotizar,
al país en general.

La marcha de los cuatro pelagatos,
se enfrenta a la contramarcha,
del ochenta por ciento de apoyo
al gobierno y sus postulados,
¿a qué le teme el poder,
a unos cuatro pelagatos?.

La marcha llega,
la contramarcha también,
son los ingredientes claves,
para poder entender
que el objetivo se ha cumplido,
que la sociedad se ha dividido,
y no solo eso,
que la sociedad no se tolera,
que la sociedad se odia,
que la sociedad se irrespeta.
Es lo mejor para el poder,
porque mientras los hombres discuten
los políticos se distribuyen
el poder a manos llenas,
el futuro a manos cerradas.

Es curioso,
antes de llegar al poder,
los que ahora están en él,
hablaban de libertades,
de separación de poderes,
de recambios políticos,
de salir a las calles,
de hablar, discutir y opinar.
Ya en el poder,
una vez que prueban,
las dulces mieles,
de la política en el poder,
declaran que el que se oponga a ellos,
que, el que opina en contrario
es un verdadero criminal.

Y qué me dicen
de aquellos asalariados,
de por unos centavos,
se entregan en cuerpo y alma,
a unos dioses que no existen,
a un poder que se resiste,
a dejar de ser lo que es,
y volver a ser humano,
a ser sencillo,
a ser normal y tranquilo.

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