jueves, 10 de febrero de 2011

Miedo y pánico como hijos del poder

De lo que tengo miedo es de tu miedo
Shakespeare


El poder,
conforme gana terreno,
se apodera de mentes y cuerpos,
se transforma en lo absoluto,
se convierte en el todo,
manipula la intensión del voto,
y vive de campañas sin decoro.

El poder,
cuya razón es el servicio,
se transforma en un vicio,
porque busca particulares beneficios,
cuando administra sin control,
nuestros bienes y nuestros dineros.

El poder,
en exceso, sin control y sin responsabilidad,
se transforma en inequidad,
en absolutismo y desigualdad,
sin jueces que lo juzguen,
sin juzgadores independientes,
sin justicia transparente,

El poder absoluto,
deja de ser de todos,
y se concentra en uno solo,
que dispone e impone
su criterio inconsulto,
y que cuando hay reclamos,
reacciona intolerante,
insultando al interpelante.

El poder absoluto,
se alimenta del miedo,
a través de la amenaza,
de la ignorancia y la falacia,
y ataca, destruye y desarma,
todo lo que a su paso encuentra,
primero a los que considera enemigos,
y luego a los de su misma bancada.

El poder absoluto es intolerante,
no acepta actitudes deliberantes,
no tolera cuestionamientos,
no acepta ideas y recomendaciones.

El poder absoluto es desalmado,
ataca la honra y la dignidad humana,
desprestigia y denigra a sus no aliados,
desacredita las palabras y los pensamientos,
y para ello utiliza publicidad que manipula,
que desinforma, que desorienta,
que intenta convertir a la oposición
y a las voces que la representan
en una suerte de manos negras.

El poder sin control,
se apropia de lo que no le pertenece,
no solo de los bienes,
le interesa sobre todo las mentes,
y lo hace a través del miedo,
de sembrar dudas y temores,
de hacerte creer
que solo lo que ese poder hace
es lo mejor y lo bueno,
y por ello,
debes seguir entregándole
el poder al poder.

El poder sin rendición de cuentas,
acumula riquezas,
y cada día quiere más,
más dinero, más poder, más miedo,
más temor, más servilismo,
que le permita crecer en poder,
y hacer y deshacer,
porque nada ni nadie logrará
que ese poder diga la verdad.

El poder absoluto,
disfraza su discurso,
que en el fondo es violento,
pero ante los ojos,
de los que no pueden ver
aparece como revolucionario,
como si ese poder buscara
defenderlos de los malos.

Miedo y pánico,
son los hijos del poder,
que entrega migajas de él,
a sus mañosos servidores,
a fin de lograr mantener
su estatus y su razón de ser.

Lo que no alcanza a ver ese poder,
que tarde o temprano,
la naturaleza y la razón humana,
abre los ojos y al darse cuenta,
del sometimiento y el abuso,
acaba con ese poder absoluto.

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