jueves, 20 de enero de 2011

Poder que ciegas

Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra.
Antonio Gala


Poder que ciegas,
poder que atrapas
corazones falsos,
que creen en dioses de barro.

Poder que ciegas
corazones y mentes,
de quienes alguna vez
prometieron la verdad,
prometieron acabar
con tu maldición terrenal
que hace creer a los mortales
que contigo todo vale.

Poder por el que luchan todos,
los buenos y los malos,
los buenos para dominarte,
los malos para utilizarte.

Poder presente en la historia,
de esta humanidad sin memoria,
que premia, que endiosa,
a quienes por ti lloran,
que por ti venden su alma,
por ti… pierden la calma.

Poder que te disfrazas,
de nobles ideales,
y que apareces como luz,
como camino, como fuerza.
Pero no eres mas
que un viejo lobo
con piel de oveja.

Poder que dominas
a quienes han perdido
la capacidad de raciocinio,
que creen o quizá anhelan,
que tu no los abandones nunca,
así no te tengan a manos llenas,
se contentan con migajas,
con pequeños espacios,
para poder disponer, ordenar,
obligar… hacer lo que les da la gana.

Poder que bien empleado,
eres herramienta poderosa,
palanca que mueve rocas,
escuadra que levanta muros,
compás que traza planos,
martillo que clava y refuerza.

Poder que bien usado,
corrige todo a su paso,
ilumina el camino,
brinda calor en tiempos de frío,
protege de asechanzas,
de demonios malditos,
que calma la sed,
que el hambre sacia,
aquella material y espiritual.

Poder que mal usado,
dañas, carcomes y pudres,
almas y corazones,
de mujeres y de hombres,
que cual adictos y enfermos,
necesitan de tus dosis,
para satisfacer
su brutal dependencia,
de los placeres de tu ser:
dinero, riqueza, fama pasajera,
alabanzas vacías,
amistades de mentira,
sonrisas de hipocresía,
eternas compañías
que desparecen un día,
cuando te has ido,
dejando ese cuerpo podrido,
morir en la soledad y el olvido.

Poder,
que hasta ahora,
nada bueno bajo tu sombra crece,
que quienes se te acercan,
que quienes de ti prueban,
de inmediato se contaminan,
enseguida se enferman,
cual narcodependientes,
y venden su alma al diablo,
solo por el placer de tenerte,
de saborearte ligeramente,
o de quizá presumir,
de amistades que a ti te tienen.

Poder que ciegas,
poder que atrapas
corazones falsos,
que creen en dioses de barro,
en dioses que todo prometen,
que de pronto aparecen
como divinos salvadores,
cuando de verdad quieren,
vivir del poder,
vivir con poder,
heredar el poder
y morir con poder,
sin saber que cuando todo acabe,
no habrá ni nada ni nadie
que guarde de ellos,
ni un solo detalle.

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