jueves, 1 de julio de 2010

Reflexionar sin pensar

"Oír o leer sin reflexionar, es una ocupación inútil”

Confucio

Vivir de prisa,
vivir al puro,
te lleva seguro
a reflexionar sin pensar.

Llegas a un punto
en que te crees todo lo que lees,
en que opinas de todo lo que no sabes,
en que juzgas sin razones lógicas,
en que dudas,
porque la información no te gusta.

Llegas a un punto
en que sin reflexionar
cegado por la envidia y el odio
o por la ignorancia y el desprecio
acabas con el honor,
con la honra y con el aprecio
de personas que conoces,
de personas que desconoces,
de ideas fabulosas,
o de ejemplos de vida
entregados sin aspavientos,
que sin conocerlos
en su verdadera esencia
sin siquiera reflexionar,
los malinterpretas
y los juzgas de par en par.

Llega un momento
en que prescindes de la reflexión
y te crees lo que sale de la boca del bocón,
que utiliza un lenguaje premeditado
con palabras rebuscadas y verdades inventadas.

Y la ausencia de reflexión
no se detienen ahí,
está en la política también,
en los que por mandato popular
están obligados a reflexionar
al momento de hablar,
al momento de actuar,
al momento de trabajar
por una legislación mejor,
por un país para todos,
pero que hacen todo lo contrario,
oyen si escuchar,
hablan si reflexionar,
escriben sin pensar,
actúan sin meditar.

Esa es la triste historia
de quieres
reflexionan sin pensar,
que no reparan ni meditan
el efecto de su acción,
cuando su palabra daña,
cuando su palabra manipula.

O el efecto de su omisión,
que quizá es el peor,
pues son simple entes receptores
que se creen todo lo que ven
o todo lo que creen escuchar,
y de a poco empiezan a cambiar
su escala de valores,
transformado el amor en desamor
la confianza en amargura,
la ilusión en dolor,
y la esperanza en codicia.

No te dejes llevar
por el pensar sin reflexionar,
no te dejes manipular,
busca siempre la verdad
en las pequeñas
y en las cosas grandes.
No opines sin pensar,
no hables sin reflexionar,
no hagas daño sin analizar,
no dejes que te dominen
los sentimientos extraños,
actúa siempre con honestidad.

Y poco a poco descubrirás
que no siempre las cosas
son como parecería que fueran,
y entonces serás más prudente
con tus palabras
con tus acciones,
con las cosas que lees,
con lo que piensas,
con lo que dices,
con lo que haces,
alejándote de a poco
del mundano y superfluo mundo
de la manipulación de las palabra.

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