jueves, 6 de diciembre de 2007

El gobierno del Pueblo


Así definió Aristóteles,
filósofo eterno a la Democracia,
el gobierno de las gentes,
casi como una gracia,
una gracia divina,
que permite a todos,
participar del poder,
participar del gobierno.

Asimismo vaticinó,
que una democracia,
si no es verdadera,
corre el riesgo de convertirse
en demagogia pura,
es decir:
nuestra clase política,
mediante concesiones y halagos
a los sentimientos elementales
de los ciudadanos,
consigue o se mantiene en el poder.

Es decir:
nuestra historia negra
plagada de engaños,
de halagos, de concesiones a clases
de todo tipo ellas,
que han buscado su personal beneficio,
mientras el gobernante de turno,
en el poder se mantiene,
demócrata se cree
y jura…
que a la democracia sirve.

Y nos quedamos con eso,
con ese juego cruel,
con esa imagen de hielo,
de una democracia sin cielo,
de unos líderes de papel,
que se han heredado
unos a otros,
la autoría del desgobierno infiel.

Nos quedamos sin capacidad alguna
de reacción ciudadana,
de levantar la voz,
para decir alto,
paren este tren ¡por favor!.

Más al final del túnel,
se presenta,
una vez más,
la oportunidad perdida,
la esperanza de alcanzar,
una patria nueva,
un nuevo empezar,
que cambien lo malo,
que promueva lo bueno,
que de una vez por todas,
deje de hacer demagogia,
que de una vez por todas,
el gobierno del pueblo,
lo sea de verdad.

Sería la primera vez, lo sé,
pues la democracia en sí,
es un fin a alcanzar,
pero de su poder,
debes tener cuidado
pues te desvía sin querer
con su pesada mano
del camino que debes recorrer.

Que oculta a tu vista,
la verdadera meta,
y te entretiene,
te endulza
y te obliga a bailar
como el marinero atrapado
en las voces de la sirena en la mar.

Espero que la democracia prometida,
como la tierra de Abraham,
sea la aquella
por la que nuestra Asamblea,
trabaje día a día sin cesar,
que los que son mayoría,
aprueben el nuevo texto
no por tener lo votos,
sino por quererlo de verdad,
por estar conscientes que eso
favorece a la sociedad en general.

Que no se legisle solo,
en la mente de pocos,
y que los otros que quedan,
levanten solamente su mano,
para decir que votan y
que a la democracia engordan.

Que se legisle de a poco,
pero para todos nosotros.

Quienes ahora legislan,
se han quejado por siempre,
de las malas compañías,
de los falsos líderes,
de las componendas y tronchas.
Criticaron siempre,
las mayorías y aplanadoras,
que no dejaban espacio
a minorías y sombras,
ahora tienen el reto,
de hacerlo como dijeron,
de hacerlo como prometieron.

Ahora que asumen
como dicen ellos,
los plenos poderes,
que recuerden por siempre,
que aquellos, lo poderes,
no son de ellos,
son de un pueblo al que se pertenecen.

Ahora que asumen para sí,
el derecho a hacer de todo,
de disponer de los cargos,
de los sueldos, de los presupuestos,
de las leyes y de los destinos,
que recuerden su tiempo,
pues es pasajero.

Si lo hicieran bien,
su deber cumplieron,
si lo hicieron mal,
nuestro tiempo perdieron
y por tanto acabaron
con nuestro sueño añejo,
de la patria incluyente,
de la patria para la gente.

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