Si cada día coges un puñado de arena, formarás una montaña
Buda
Seguramente,
como en todo,
habrá o habrán excepciones,
pero es difícil
encontrar juntas,
sin esfuerzo alguno,
las condiciones necesarias,
para lograr un cambio,
una transformación,
una mejora,
incluso un deterioro
o una desmejora.
Ya sea si recibes un encargo,
si tienes una responsabilidad,
si asumes un reto,
si te planteas un objetivo,
si tomas conciencia de algo,
si quieres cambiar tu mundo,
si quieres cambiar el mundo,
si buscas que lo que es ahora,
sea de otra manera,
-ojalá para mejor-
no puedes, ni debes esperar,
que las cosas cambien,
o se produzcan por que sí,
porque así lo dispones,
porque así las deseas (solamente).
Necesitamos
que esos deseos,
que esos anhelos,
se acompañen de acciones,
de actitudes y de hechos,
que deben producirse
permanentemente
en diversas proporciones:
mínimas, pequeñas, medianas,
grandes o muy grandes,
lo importante
es perseverar, persistir,
seguir a pesar de caer,
de desmayar, de sentir
que no se puede más.
Entonces te das cuenta,
que eres capaz
de construir una disciplina personal,
que se traduce en la capacidad
de lograr un enfoque y un esfuerzo,
que resistan los malos tiempos.
Porque,
en ese camino,
hay malos tiempos, fracasos,
errores, temores, horrores
y lo que es peor,
el creerte incapaz de seguir,
de hacer o de construir.
Por eso, te necesitas resiliente.
Resiliente y paciente,
porque todo esto se cuece
a fuego lento,
con el paso del tiempo,
con el paso de los días,
con cicatrices y señas
que la vida deja
en la piel y en el alma.
Y sin quererlo,
aprendes la clave
de la determinación,
y no solo la aprendes,
si no que en ese aprendizaje
has enseñado a otros,
que eso es posible,
en la forma y medida,
de cada quien, de cada uno,
de cada corazón, de cada razón.
Porque nada es inmediato…
bueno si,
la mala fe, la envidia y la criticonería.
Que no te distraigan,
en tu cada día, de todos los días.
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