Justo es aquello que es igual en el amor y en el sufrimiento y en la amargura y en la dulzura, [justo es] aquel a quien no lo estorba ninguna cosa para hallarse [como] uno en la justicia.
"Tratados y sermones", Maestro Eckhart
Mientras caminas,
la vida te presenta
diversos momentos,
te hace probar dulces sabores
y bebidas amargas.
Mientras caminas,
hay manos que te ayudan
y otras que intentan
empujarte al precipicio.
Mientras caminas,
miras a mucha gente:
buena, mala, alegre, triste,
esperanzada, decepcionada,
servicial, servida,
humana e inhumana,
en fin…
“de todo hay en la viña del Señor”
En ese camino,
vivimos y observamos
situaciones y hechos
que alegran o duelen,
hechos o situaciones
que llegamos a catalogar
como justas o injustas.
Parecería que la norma
cubre de impunidad
a aquellos que han aprendido
a abusar de ella
en beneficio personal.
Injusticias,
que nos hacen pensar
en la lógica del ojo por ojo.
Pero luego,
con la cabeza
un poco más fría,
aparece una forma de justicia
que nos habla de la buena fe,
del amor y la entrega sin interés,
sin intensión manifiesta
de hacer daño,
ni favorecerse de nada.
Más allá de la norma
y de la ley,
pienso en una forma de lo justo
que nos acerque como humanos,
que a pesar de los pesares,
encontremos apoyos,
oídos, hombros brazos, manos…
seres humanos
que vean más allá de sus personales intereses
e intenten construir
una humanidad más sencilla y real.
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