Una gran persona atrae a grandes personas y sabe cómo mantenerlas juntas
Goethe
Volví a encontrar
en el camino de la vida
a aquel líder que un día,
descubrió en mi,
lo que jamás hubiese hecho solo:
la posibilidad de transformar,
de transformarme y de ser más.
Ese líder no necesita,
ni busca,
títulos ni reconocimientos.
Se entrega en vida
a hacer visible,
todo lo bueno que tienen
las personas que lo rodean.
A ese líder,
con ser auténtico,
le basta y sobra
para tomar la palabra
o para dejarla de lado,
y escuchar las palabras de otros.
No juzga, no se burla,
no daña, no manipula.
Escucha y comprende,
medita y aprende,
y tiene la sabiduría
no para dar consejos,
si no para compartir pensamientos,
que provocan en sus oyentes
la reflexión necesaria
que les permita pensar y actuar,
dentro de sus propias creencias.
Ese líder,
ese liderazgo
que por serlo,
se carga de tantos y tantos problemas,
que le llevan quienes lo escuchan,
quienes con él conviven,
quienes de él aprenden,
quienes a él necesitan.
Y, a pesar de ello,
él no limita el escuchar,
el acompañar, el comprender.
También se indigna,
contra la opresión,
contra la manipulación,
la mediocridad y la envidia.
Y no por ello,
incendia la vida de los opresores,
manipuladores, mediocres y envidiosos.
Los llama hermanos,
y extiende sus manos
para orar por ellos,
sin perder la oportunidad de invitarlos
a hacer el esfuerzo,
de ser más humanos, de transformarse,
y sumar,
en un mundo de puras restas y divisiones.
En fin…
qué grato,
saber de estos lideres,
tan necesarios, tan humanos,
tan imperfectos,
que nos hacen soñar y trabajar,
por un mejor mundo,
lleno de grandes personas juntas.
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