jueves, 20 de julio de 2023

La complejidad de la sencillez

Hay dos eses, sensibilidad y sentido común, que deberían ser obviedades, que deberían casi darse por hechas, pero por desgracia son valores cada vez más escasos

Antonio Gala

¡Qué difíciles son

las cosas sencillas!

Dijo el maestro,

mientras dialogaba

con sus discípulos.


Ellos, sentados a su lado,

escuchaban, un tanto confundidos,

el sentido de sus palabras.


Quería compartirles,

una reflexión que los llevara

a pensar y analizar,

que las acciones humanas,

en una buena cantidad,

antes que solucionar, complican.


La ruta, el camino,

el trayecto de un lugar a otro,

no siempre es una línea recta,

decía el maestro,

pero tampoco debería ser,

un laberinto sin salida.


Hacer complejas las cosas sencillas,

tiene una especie de “por qué”.

Convertir en importante

a lo intrascendente.

Robustecer a la burocracia,

-él le decía burrocracia-

(con el perdón de los burritos).

Dificultar las cosas,

para esperar un ruego,

una súplica

para que ellas sucedan.

No tener interés,

inspiración,

peor aún

amor por las cosas que se deben hacer,

por las personas 

a las que se deben servir,

por el rol que se debe cumplir

cuando recibimos 

o nos comprometemos a hacer,

en lo grande o en lo pequeño.


Lo sencillo,

no es sencillo en realidad,

he allí su belleza y verdad,

pero no por ello,

debe estar preso,

de la complejidad

que nace de la envidia,

la ignorancia, la soberbia,

y la mediocridad.


La sencillez,

es la sensibilidad del arte

de hacer las cosas

como el mago,

cuando en el escenario

convierte en flores

una vara que nos parece mágica.



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