jueves, 9 de febrero de 2023

Viejos jinetes, nuevos apocalipsis

¿Cómo podemos enfrentarnos al crimen organizado? Junto con la corrupción y el narcotráfico, ha constituido una fuerza que no es paralela al Estado. Es realmente un Estado dentro de él

Rigoberta Menchú


Es innegable y no se puede ocultar,

el oscuro escenario que deja a su paso,

la presencia de nuevos jinetes

de nuevos apocalipsis.

Era un secreto a voces,

era una especie de realidad

que nos resistíamos a aceptar.


“Que roben pero que hagan obra”,

era la consigna popular

para poder legitimar 

la institucionalidad de la corrupción.

Pagar a un tramitador,

sobornar a una autoridad,

pagar por un puesto público,

por un contrato, por un beneficio,

o por la liberación de obligaciones,

pasaron de ser hechos aislados

y se convirtieron en parte del actuar

de una gran parte del ciudadano común,

que cedió a la corrupción

porque no había otra forma de vivir

o de sobrevivir en un Estado

cuyo modelo ha sido diseñado

para favorecer un comportamiento

que se aborrece, pero se acepta,

que se denuncia, pero al que se allana.


Suavizada, adormecida y en algunos casos

asesinada la ética y la moral,

se prepara el camino para entregar,

al crimen organizado, al narcotráfico

y a las redes profesionales de corrupción,

un estado que no pueda defenderse

ni hacer frente a tan indefendible golpe.


Atados de manos, divididos,

ignorantes, vivimos presos de un poder

que pasa de mano en mano

vendiendo soluciones de humo

que desparecen con el tiempo

y que se diluyen entre denuncias

de robos, atentados, atracos y crímenes

que quedan en la impunidad,

y de los cuales no pasamos

de la eterna indignación,

cuando frente a nuestros ojos

desfilan los delincuentes y los corruptos

haciendo negocios

y, sobre todo: lo que les da la gana.


Nada cambia y nada cambiará,

si ese Estado, tomado por asalto,

no une a sus mentes y a sus ciudadanos

libres, honestos, honrados y entregados

a cambiar las condiciones que permiten

las actuales situaciones de corrupción,

podredumbre, inacción, fracaso y lentitud

de unos servicios que son a la vez derechos,

que, al no ser cubiertos,

permiten a las mafias aparecer

como los salvadores del momento.


Los ladrones no han devuelto el dinero,

los traficantes siguen lucrando,

dentro o fuera de la cárcel.

Los corruptos esperan,

la oportunidad siniestra

para llegar al poder

y robar a manos llenas.

Una gran parte de los políticos se lanzan y se gastan

en una campaña política

matizada de burlas y propuestas

sin sentido común.


Nuevamente: nada cambiará

si no unimos mentes y ciudadanos

libres, honestos, honrados y entregados,

que, despojados de sus intereses,

trabajen en el diseño de un cambio,

duro, doloroso, complejo, pero necesario,

para diseñar aquel futuro

que soñamos para los que amamos.



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