La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara
Voltaire
Creíamos,
que, con el paso del tiempo,
dejaríamos de ser,
como aquellos pueblos,
que llamábamos bárbaros,
para convertirnos
en sociedades civilizadas.
Creíamos,
que, con el paso del tiempo,
esas sociedades civilizadas,
lograrían construir,
modelos de gobierno,
modelos de gestión
y formas de convivencia,
que tengan en cuenta
la dignidad humana.
Se suponía,
que la civilización traería,
orden, progreso, equilibrio,
solidaridad, tolerancia… respeto.
Asumíamos
que ese progreso,
sería a la vez,
el progreso de lo útil,
de lo que da vida al espíritu
al corazón y al alma.
Poco a poco,
aquello que era útil,
dejó de serlo
y pasó a ser incómodo,
innecesario, molesto,
e irrelevante.
La civilización nos llevó,
de su mano silenciosa,
a valorar el dinero,
la posesión,
la codicia, la mediocridad,
la trampa, el abuso,
la corrupción, la avaricia,
lo material,
como lo necesario,
lo importante
y lo que da sentido a la vida.
La civilización jamás dejó,
aquello que llamó barbarie,
y sumó otro fundamental detalle:
el fanatismo,
con el cual tuvo el ingrediente perfecto,
para destruir, no solamente al ser humano,
si no a todo su legado:
sus valores, su cultura, su arte,
y también su literatura.
El brillo de lo sublime,
se opacó ante la abundancia de las armas,
ante el sonido de los cañones,
ante los gritos y amenazas
de un sinfín de dictadores.
La solidaridad se redujo,
a unas pocas dádivas,
que sirven para la foto que promueve
la imagen del líder de turno
que regala comida y vivienda
con el mismo dinero
de sus beneficiarios.
La civilización perdió,
el sentido de lo útil,
de la filosofía, de la historia,
de la literatura, de las artes,
de la música, de la poesía,
de todo aquello que alimenta el alma,
como el amor, la humildad,
la sencillez, la amistad.
Perdimos la capacidad
de podernos admirar
ante el conocimiento que da vida.
Importa solo, el conocimiento
que da dinero,
aunque ello signifique
desconocer el sentido
y la práctica de la honestidad
y de la ética.
Tarea compleja,
tratar de comprender,
la utilidad de lo inútil,
cuando prevalece la barbarie.
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