viernes, 25 de noviembre de 2016

La cesta de las manzanas podridas


El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva
 es que el fin justifica los medios
Georges Bernanos
Denuncias varias,
denuncias valientes,
ponen sobre la mesa,
muestran a la gente
que a pesar de lo que la campaña
llegó a llamar “la década ganada”,
en aquella década
había, como en todas:
una cesta de las manzanas podridas.

Cuando una fruta se pudre,
pudre a las demás,
pudre a las que la rodean,
porque así funcionan los temas de la naturaleza.

En política,
una manzana podrida,
un funcionario público
que se roba la plata,
que abusa de su cargo para beneficio propio,
que niega un servicio público,
que roba tiempo y vida
de quienes,
a través de sus impuestos
le pagan su sueldo,
está robando,
como se roba la ilusión, el sueldo y la vida.

Un funcionario público,
es a la vez un bien público,
no se debe a un partido,
a un color,
o a un caudillo,
se debe a quien sirve,
se debe a los que falta servir,
se debe a una escala de valores
que se resumen en los derechos humanos.

Mal hacemos con decir,
que sabemos que en la cesta
hay manzanas dañadas
y que esperamos no dañen a las demás.
Mal hacemos al bajar,
los mínimos y básicos indicadores
de la ética y las buenas costumbres.

No es raro escucharnos decir,
que votamos al menos malo,
que elegimos a quien robe menos,
a quien que así robe,
al menos que haga obras.

Mal hace el poder en el poder,
en ocultar sus excesos,
y los excesos de sus sirvientes,
colaboradores y acompañantes serviles.

Mal hace la justicia,
al venderse al poder
y desconocer
dónde están los ladrones,
quiénes son los ladrones,
cuánto robaron los ladrones,
con cuándo escaparon los ladrones.

La cesta de las manzanas podridas,
corre el peligro de ser
la historia de nuestra vida,
la historia de la patria y sus días,
que se resume en cumplir la ley,
por parte de la mayoría,
pagar impuestos
y ser supuestamente buenos ,
cuando hay otros
que se llevan el país en hombros,
que roban a manos llenas,
que se burlan de los lentos procesos indagatorios,
que abusan del poder
como nunca se pudo ver.

Corruptos profesionales
que viven felices,
en la impunidad de su estatus,
en la clandestinidad de sus actos,
en el sometimiento de sus serviles criados,
que son policías, fiscales y jueces,
que encarcelan a todos,
menos a los grandes infelices.

Hasta la próxima


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