jueves, 17 de enero de 2013

Servicio al prójimo


El mejor servicio que podemos prestar a los afligidos no es quitarles la carga, sino infundirles la necesaria energía para sobrellevarla.
Phillips Brooks

Pasadas la festividades navideñas,
empieza la cuesta de enero,
y la difícil tarea de hacer realidad
el deseo de año nuevo.

Poco a poco,
el espíritu de solidaridad se relaja,
y aquel esfuerzo decembrino
de “dejar la piel” por el prójimo
se diluye, se hace agua, se evapora.

Llegarán fechas que nos recuerden,
agasajar a la madre, al padre, a la patria,
al amor, al amigo, al trabajo, al hijo,
al patrono, en fin… fechas que servirán,
para despertar de nuevo al espíritu de la solidaridad
que duerme el año entero.

Es verdad, lo olvidaba,
me olvidaba de la solidaridad política
de aquella que brota
en tiempos de campaña,
donde candidatos y candidatas
besan y abrazar a niños y ancianos,
comen felices en los mercados,
caminan por la calle y te dan la mano,
regalan dinero, camisetas, cocinetas,
regalan sonrisas y grandes promesas,
lloran, se abrazan, juran, prometen,
aman sin límite al ciudadano y a la patria.
Parecería que jamás,
dejarán de sonreír,
y también de prometer,
cualquier cosa para llegar al poder.

Pasada la campaña,
pasada la fiesta,
acostamos a la solidaridad,
y al servicio al prójimo,
en una cama escondida,
que buscaremos y arreglaremos
en una fecha aún lejana,
cuando el tiempo nos recuerde
cuando la campaña nos diga,
que la solidaridad y el servicio
deben despertarse  y hacer su oficio.

Pero el prójimo,
aquel prójimo necesitado,
abandonado, sufrido,
violentado, encarcelado.
Aquel prójimo,
representado en madres adolecentes,
en presos sin sentencia,
o presos sin justicia,
en drogadictos y enfermos del cuerpo y alma,
en niños abandonados,
en niños enfermos,
en enfermos, en ancianos,
en padres y en madres sin trabajo,
ese prójimo
necesita llevar su carga
todas las horas y todos los días
de sus triste vida.
Y las manos
que apoyan ese camino
por importantes que sean
son pocas,
aunque como dijo
Teresa de Calcuta:
a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota.

Pero se necesitan mas manos,
se necesitan mas gotas,
para hacer un mar de servicio,
un mar de servicio solidario,
que ayuda sin mas gusto que el de hacerlo,
que da de sí, sin pensar en sí,
que se entrega,
porque el entregar amor y servicio,
es la mayor realización del ser humano.

El servicio al prójimo,
no es un momento del año,
no es a pretexto de una campaña electoral,
es y debe ser
parte de la vida misma,
de la conciencia humana,
del tiempo que dedicamos a vivir,
de lo que tenemos
y no de lo que nos sobra.

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