jueves, 2 de febrero de 2012

Esperanza... no te vayas

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
Martin Luther King

Ayer encontré,
algo que había perdido,
y que creía en el olvido,
pero regresó a mi,
como bendición del cielo.

Ayer encontré,
mi esperanza perdida,
aquella que tras su huida,
dejó en el horizonte,
un negro manto de tristeza,
un puñado de desesperanza,
un montón de sufrimiento
y un deseo de estar muerto.

Ayer me encontré con mi esperanza,
y fue solo verla,
y volver a la vida,
sentir que no puedo bajar la guardia,
que debo luchar por estos sueños,
por estos anhelos,
por estas ideas,
que a veces parecen antiguas,
caducas y perdidas.

Ayer me encontré con mi esperanza,
y tras abrazarla,
le pedí que no se vaya,
que no me deje,
que no se aleje,
que tome mi mano,
que me acaricie el alma,
que vuelva a la vida,
aquellos sueños
que me quitan el sueño.

Le conté,
que han sido largas las noches,
desde que sin ella camino,
que he perdido el rumbo,
que he aprendido a quejarme,
que miro sin pasión,
que no espero nada,
que caminaba por caminar,
que vivía por vivir.

Le confesé,
que sin su presencia,
la vida no tiene sentido,
que sin su presencia,
no habrían anhelos,
no habrían sueños,
no habrían planes,
nada tendría sentido.

Pero ella me dijo,
que sentía que a veces
yo no la quería,
que la dejaba de lado,
que me conformaba con poco,
que prefería no anhelar,
porque eso significaba trabajar,
significaba renunciar,
a ciertas cosas que parecen fundamentales,
pero que al final son materiales.

Y… aunque nunca me dejó,
yo la dejaba a ella,
poco a poco,
en el día a día,
en el conformismo,
en dejar que las cosas pasen,
en aceptar que es el destino lo que pasa,
y que no podemos cambiar nada,
en que otros decidan por mi,
en que otros hagan por mi las cosas,
en hacer lo que la gente quiere que haga,
en ser lo que la gente quiera que sea,
aunque por dentro muera,
aunque por dentro,
poco a poco… vaya muriendo.

Ayer me encontré con mi esperanza,
y le pedí que no se vaya,
que regrese a vivir conmigo,
que regrese a mi sueños,
a mis noches y a mis días.
Le dije que sin ella,
mi camino es un desierto,
una noche sin cielo,
un día muerto.

Ayer me encontré con mi esperanza,
y a su mano me aferro,
en este camino estrecho,
que es esta vida intensa,
al que hacerle frente debo,
y no perderme en aquellos trechos,
de lamentos y desesperanzas.

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