jueves, 3 de marzo de 2011

Sobre el dejar hacer, dejar pasar: cartas a Santiago, mi hijo

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios
sino sobre las faltas de los demócratas.
Albert Camus


Hijo mío:
Después de algún tiempo
te escribo nuevamente,
sobre las cosas que siento,
sobre las que me preocupo,
no sé si demasiado,
no sé si poco,
pero me preocupo,
y quiero compartirte,
como siempre, estos sentimientos.

Son sentimiento complejos,
de esos que nacen,
cuando miras el mundo,
y las cosas no salen,
cuando los ciudadanos normales,
que son muchos, que somos la mayoría,
nos vemos atacados por los criminales.
La delincuencia crece,
se toma las calles,
atemoriza, amenaza,
y parece que no hay policía que la pare.
Muchos de esos delincuentes,
son jóvenes que quizá ganan dinero
con sus fechorías,
pero que han perdido todo,
pues no tienen valores.
El único valor es el dinero,
el único dios es la ambición.
De aquellos jóvenes se valen,
la industria de la delincuencia,
las bandas de los criminales,
que reclutan para sus filas,
corazones jóvenes sin dueño,
almas que alguna vez tuvieron ilusión.
Lo peor de todo hijo mío,
¿sabes qué es?,
que solo pensamos en cómo encarcelarlos,
incluso hasta matarlos,
pero jamás de ayudarlos,
porque los estados y gobiernos,
son cada vez mas autoritarios.

Sentimientos complejos,
nacen en el corazón hijo mío,
cuando miras cómo se vende,
a través de propagandas a diario,
por mensajes en la radio,
por anuncios en los diarios,
por imágenes y cadenas de televisión,
a supuestos líderes de una nación,
que se autoproclaman dioses,
salvadores revolucionarios,
supuestamente lejanos,
de toda ambición y engaño,
pero que con sus acciones…
demuestran lo contrario.
Se ha perdido entonces,
el valor de la palabra.
Hemos llegado a privilegiar,
como corrupta sociedad,
a las imágenes falsas,
creadas por diabólicos artistas,
de supuestos líderes y salvadores,
que hablan, hablan y hablan,
pero jamás resuelven, enfrentan,
toman la rienda, manejan,
ordenen, distribuyen,
mejoran, miran o sienten,
lo que ese gente que les cree,
está viviendo día a día.

Es impresionante hijo mío,
mirar como ante un electorado tranquilo,
impávido y sumiso,
el poder crece y se apropia,
del pensamiento, del corazón y las mentes,
de la mayoría de nuestra gente.
Han llegado a ello,
porque poco a poco,
los valores básicos de la convivencia,
del respeto por el prójimo,
de los derechos humanos,
han sido dejados de lado,
e imperan el valor del poder,
del dinero, de la transitoria fama,
que provoca en la persona humana
un síndrome de servilismo
de tal magnitud y gravedad
que para poderlo curar,
se requiere mucho esfuerzo y voluntad.

No seas hijo mío,
de los que denuncian los abusos,
pero no hacen nada contra los abusadores,
de los que gritan contra dictadores
y delincuentes comunes,
y no enseñan el valor de la palabra,
el poder de la acción honesta,
la satisfacción de dar y compartir,
de lo que les hace falta.

No seas quizá,
como algunas generaciones,
que se han callado,
por unos centavos mensuales,
de bonos estatales,
o por trabajos eventuales
en una burocracia abominable,
que crece en número,
menos en calidad y servicios.

Que no te calle el dinero,
¡jamás hijo mío!
tu alma no tiene precio,
ni tampoco tus ideas, ni tus anhelos,
nada está perdido,
sin en el mundo hay,
personas como tu,
que creen que podemos conseguirlo,
y derrotar a los males del mundo,
que han hecho mal a la humanidad.

Cuando seamos todos,
o quizá la gran mayoría así,
no habrá puesto en el mundo,
para dictadores ni criminales.

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