jueves, 10 de marzo de 2011

Las palabras, no siempre son hechos

El lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios.
Lucio Anneo Séneca


Poco a poco,
sin darte cuenta,
sin que los sientas,
las palabras repetidas,
con el mismo tono,
se disfrazan y asesinan,
tu pensamiento y tu intelecto.

Son palabras dirigidas,
que tienen un fin perverso,
están hechas para manipular,
han sido diseñadas para matar,
lo que tienes en el pensamiento.

Palabras disfrazadas de discursos,
de propagandas políticas,
de escritos supuestamente profundos,
sobre ídolos de barro que reclaman,
que piden para sí,
la dictadura de la palabra.

Palabras que engatusan,
que ocultan la realidad,
y que al final la disfrazan,
por realidades que no existen,
por personas que no la viven,
creando mundos paralelos,
y realidades sin cielos.

Palabras que prometen,
pero que no cumplen,
esa promesa de esperanza,
y entonces se disfrazan,
de lo que quieres ver,
de lo que quieres oír,
de lo que quieres ser…
de lo que quieres sentir.

Palabras baratas,
las mejores amigas,
de las políticas ingratas,
que buscan en las urnas
el pretexto perfecto
para conseguir el poder,
y sentarse en él,
por siempre y para siempre.

Palabras,
que no siempre son hechos.
¡ten cuidado!
de caer es sus garras,
de creer en ellas,
son palabras que te dicen,
que tienes salud de verdad,
cuando en los hospitales
mueren los niños a raudales,
sin que nadie explique nada,
sin que nadie pida ni siquiera…
unas disculpas elementales…
Esas palabras te dicen,
que los niños mueren
por muertes naturales,
que no exageres,
que no debes denunciar,
que te debes callar,
pues las propagandas oficiales
te dicen que en los hospitales,
hay salud, medicinas y buenos modales,
¿no te das cuenta de la verdad?,
¿no analizas que las palabras
no son iguales a los hechos?.
El hecho lamentable,
es que esas palabras,
por más lejanas,
te parecen de a poco hechos reales.

Es más,
esas palabras,
te dicen, te cuentan,
que la combatir la delincuencia,
es cuestión de cambiar la ley,
y a todos los jueces,
a quienes llama corruptos,
sin distinción de a quién,
y te dice que los botes,
que te deshagas de ellos,
que les des la oportunidad
a esas palabras,
de ponerte jueces de verdad,
jueces que acabarán
de raíz con la impunidad.

Esas palabras te convencen,
de un supuesto bienestar,
te hablan de un mal pasado,
de un presente feliz
y de un futuro ideal,
y aunque no lo ves,
y aunque no lo sientes,
las palabras te convencen,
te engañan, te arrullan,
y convierten tu voluntad
en la voluntad de ellas…
de esas palabras
que no son hechos,
porque la realidad es otra.

Palabras lejanas,
a los hechos reales,
al hambre, a la duda,
a una política absurda,
a un caudillismo absolutista,
a una intolerancia institucionalizada,
a una violencia oculta.

Palabras ocultas,
en propagandas
del día a día,
que te recuerdan,
o mejor aún,
te convencen,
de una revolución,
que todo a cambiado a mejor.
Pregúntale a tu corazón,
cuando tengas calma,
y no te gane la razón,
si eso… es en algún momento,
son palabras que son hechos.

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