jueves, 8 de octubre de 2009

Diálogo de sordos

Asegúrate antes de hablar, que tus palabras sean mejores que el silencio.


¿Es posible dialogar
cuando todos hablan?
¿Es posible entender
cuando todos gritan?
¿Es posible construir
un proyecto común,
cuando cada cual
se preocupa solo de si?.

La historia se repite,
y también sus víctimas,
y por supuesto,
sus victimarios,
cuando sometemos al país
a la voluntad de los políticos
y de los representantes de gremios
que luchan “a brazo partido”
por aparentar ser y ser
los mas fuertes,
incluso a costa de la dignidad humana
de todos los ciudadanos.

Resulta entonces
que en este país
lo único que funciona
es un diálogo de sordos
que se construye y edifica
sobre la base de las imposiciones,
“yo creo”, “yo digo”, “yo hago”,
imperando el “yo” de quienes creen
que su temporal representación
los inviste de un poder divino
que está sobre el bien y sobre el mal.

El diálogo de sordos
se produce en ambientes de desconfianza,
necesita de compromisos firmados,
de actas y comisiones de seguimiento,
de cámaras de televisión y de grabadoras,
de testigos y de presiones permanentes,
es fruto de presiones y rencores,
resultado de un mal manejo de relaciones,
y que al final se produce
porque no hay otra salida
porque se desgasta la figura política
porque… y más "porques".

Dialogar es y sobre todo
saber escuchar,
tener la habilidad
de sentir lo que sienten todos,
no unos cuantos,
no unos grupos
que me sirven de apoyo
en un momento político.
Dialogar es y sobre todo
saber gobernar
con la palabra sola
que no necesita testigos
que es transparente
que es clara,
que construye,
que resalta,
que dignifica,
que une,
que siembra,
que ama y enseña amar,
que hace de todos uno,
un uno por quien trabajar.

El buen diálogo
es aquel
que agota el tema
sin agotar a sus interlocutores…
contrario al diálogo de sordos,
que deja a su paso desolaciones,
desconfianzas y amenazas,
y deja a sus víctimas… despedazadas,
los niños, los ciudadanos, el medio ambiente
y el agua…

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