jueves, 6 de agosto de 2009

Silencios


Nunca abras la boca a menos que sepas que lo que vas a decir es mas hermoso que el silencio.

Autor desconocido

Vivimos tiempos,
de silencios varios,
algunos buenos,
otro tanto… malos.

Silencios buenos,
que ayudan a meditar,
a entender un mensaje
que se tarda en formar.

Silencios buenos,
que permiten escuchar,
pues dialogar significa
eso: saber escuchar,
y saber escuchar significa:
saber callar para entender.

Silencios buenos,
que dejan reposar,
el alma inquieta
cuando ha sido violentada
por la palabra, por la obra
de un alma desdichada.

Mas, hay otros silencios,
aquellos de complicidad
que su presencia acaba
con toda la dignidad.

Silencios malsanos,
que evitan protestar
contra la calumnia y la mentira,
contra el rumor y la envidia.
Son silencios que acrecientan
la violencia humana y social,
cómplices de plano
del delincuente,
del asesino,
del estafador,
del traficante,
del genocida,
del dictador,
del que ostenta el poder
para su personal bien.

Silencios que otorgan,
porque no se oponen,
porque no protestan,
contra la injusticia,
contra el desgobierno,
contra la mentira,
contra violencia.
Silencios que sentencian a muerte,
la oportunidad del futuro,
de un sueño compartido
por un mundo mas justo.

Silencios que callan
el robo a manos llenas,
la incompetencia del ejercicio público,
la mediocridad y la intensión malsana,
el descuido por el medio ambiente,
la pobreza en las calles,
el hambre en los estómagos
de los más débiles,
la ignorancia en las mentes
de los menos favorecidos.

Silencios, ¡silencios malditos!,
cómodos silencios,
que nos hacen cómplices
de un futuro indeciso.

Es verdad que hay que callar,
para poder escuchar,
pero también es verdad
que si callamos
y no actuamos,
seremos tan culpables
como aquellos
que nos han sumido
en el silencio eterno.

No hay comentarios: