jueves, 23 de julio de 2009

Tiempo... Cartas a Santiago mi hijo


Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti.
H Jackson Brown


Hoy llegué a casa,
pensando en el deber cumplido,
en que como ciudadano,
tenía una misión
que se construye con sacrificio
Pensando decir,
con orgullo a mis hijos,
que tienen un padre
que trabaja hasta el sacrificio.

Saludé con fraternal cariño,
pero de inmediato dediqué
el tiempo seguido
a cosas que consideraba,
faltaban hacer
y que el día
no me había permitido.

La jornada acabó,
en el trabajo,
en el cálido,
pero silencioso hogar,
y al acercarme
en silencio
y cuidando no despertarte
del profundo sueño
en el que te encontrabas,
mientras te llevaba a la cama,
cayó al suelo una hoja,
un dibujo que asoma,
y junto a el una frase,
que decía, que pedía:
“quiero mas tiempo con mi padre”.

En ese momento todo acabó,
las preocupaciones laborales,
los dilemas morales,
los planes futuros,
mis propios anhelos,
mis justificaciones personales.

Cuánto tiempo ha pasado
desde que juntos no jugamos,
desde que no compartimos
el día a día de tu vida,
de la de tus amigos.

Cuántas veces me has pedido
unos pocos minutos de tiempo
para leer un cuento,
para abrazarnos juntos.
Entonces surge,
como siempre,
la justificación eterna,
el tiempo, el cansancio,
las ocupaciones, las penas,
todo es pretexto que vale,
para justificar la ausencia,
mi ausencia en los detalles,
que entiendo es la que mas pesa.

Mientras escribo,
me pasa la vida,
la tuya y la mía
y entiendo que
-aunque tarde-
aún es momento
de tomarte la mano,
de vivir la intensidad plena
de los momentos claves,
el abrazo oportuno,
el beso de padre,
la caricia conjunta,
la palabra que atrae,
los sueños y anhelos,
los temores y los miedos.

Lo sé Santiago,
lo sé,
mi deuda con tu tiempo es grande,
y créemelo,
mi ausencia me duele,
me duelen los tiempos
que me necesitaste,
mas la esperanza,
mi mejor amiga,
me dice que no es tarde.

Mañana mismo,
antes que caiga la tarde,
rasgaremos juntos
las cuerdas de tu guitarra,
intentando ser uno
como el acorde en las manos.

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