viernes, 3 de octubre de 2008

Sobre la confianza, Cartas a Santiago mi hijo



No es prudente poner gran confianza en palabras pronunciadas en momentos de emoción
Johann Wolfgang Von Goethe


Hijo mío,
hoy te hablaré de un valor,
importante como otros,
trascendental como todos:
la confianza,
aquella amiga de la amistad
y de la entrega total.

Construir confianza,
suele ser tarea ardua,
compleja, que lleva tiempo,
pues requiere de a poco
adentrarse en el corazón de otros.

Construir confianza,
requiere de obras,
que son amores,
y no de buenas razones.

Pero como todo en la vida,
no siempre la confianza querida
se construye con buenas intensiones,
surgen entonces decepciones
que afectan el alma,
que nos quitan la calma.

Solemos pecar de ingenuos,
le decía a mi madre,
en momentos poco serenos,
cuando sientes el golpe
del partir de la confianza.
Y es esa ingenuidad,
la que nos ciega,
y nos impide, a veces ver,
lo que hay detrás de las acciones,
de las obras, de las intensiones,
que ganan en nosotros
y se convierten en confianza.


No quiero con ello
jamás decirte,
que a todo pongas prueba
que no confíes,
que todo es mentira.
Por el contrario,
el alma pura,
es aquella
que sensible se entrega
a la confianza
cuando llama a su puerta.

¡Cuánto cuesta ganar confianza!...
y cuán rápido es perderla,
pues el desengaño
es la puerta
de la desazón
y la confianza muerta.

Grave es traicionar la confianza,
del amigo, del pariente…
de la persona amada.
Pero… más grave aún es
traicionar la confianza
de la gente,
de los que juraron
dar por ti la vida
y por la causa
que de ti anhelaron.

Los pueblos sin confianza,
los pueblos traicionados,
caminan sin rumbo
con los pies arrastrados,
a la deriva llevados
por corrientes sin alma,
por caminos sin salida.

Entonces ¿qué hacer?,
me preguntas siempre,
y yo solamente…
puedo decirte
que si en lo poco eres fiel,
lo serás también en lo mucho,
que no importa el resultado,
lo que vale es lo andado,
entrégate siempre
con el corazón en la mano
al trabajo con amor,
a la vida con pasión,
y la confianza entrará
sin pedirte perdón.

Mas ten cuidado,
en alerta tus sentidos
nunca sabes si lo prometido
es verdad
o interés de que así parezca,
para ganar tu confianza,
y abusar de ella como les plazca.

Es la vida,
o mejor dicho,
las bajezas humanas
las que traicionan los valores
las que matan la esperanza.
No por ello debemos
perder la fe
y la templanza,
nadie aprende
si no se ha caído,
nadie enseña
si del suelo
no se ha erguido,
nadie trasciende
si no ha aprendido
a ser verdad
primero en el corazón
y luego a su alrededor.

1 comentario:

Unknown dijo...

Simplemente, fantástico.