lunes, 11 de agosto de 2008

Sobre el dialogar, Cartas a Santiago mi hijo


Casi siempre, hijo mío,
empiezo mis cartas a ti,
mencionándote dolido,
que los momentos complejos
son sin fin.

Hoy la encrucijada,
como todas,
es compleja y delicada.

Hoy la decisión
sobre el destino de la Patria,
no puede reducirse
a un “Si” o un “No”,
que te hace un héroe
o un “pelucón”.

Las decisiones,
las trascendentes,
no se toman escuchando solo
al corazón ardiente,
a él se suma la razón y la mente.

Las decisiones,
las que marcan el rumbo de muchos
requieren la participación de todos,
que de manera consciente,
que de manera meditada,
que de manera voluntaria,
deciden a dónde va la Patria.

Las decisiones trascendentes,
cuando generan controversia,
requieren dialogarse,
requieren de pausas,
de momentos serenos,
de reflexiones sinceras,
de escuchar al corazón,
de conversar con el alma,
de analizar con la razón,
de pedir ayuda
al sentido común.

Las decisiones trascendentes,
no admiten presión alguna,
no se inyectan en las mentes,
con ninguna aguja,
son momentos que requieren
diálogo por completo,
y dialogar en serio
es escuchar primero,
es callar a veces… por completo,
dejar que las ideas fluyan,
y hablar en el momento correcto.
Dialogar es primero
y en cualquier terrero,
respetar al otro,
así su criterio sea funesto,
lo decía así el filósofo y maestro,
no comparto lo que piensas,
pero defenderé hasta la muerte,
el derecho que tienes para expresar
lo que sientes.

No me preocupa primero,
si en el momento gana
un “Si”o un “No”, ojala sincero,
me preocupan
los diálogos de sordos,
la intolerancia aberrante,
el fundamentalismo delirante,
la sordera social y política.

Si así elegimos el futuro de la Patria,
tengamos miedo compatriotas,
del futuro incierto,
preparémonos para enfrentar
el terrible mal de una sociedad moderna:
la incapacidad permanente de dialogar,
la imposibilidad latente de escuchar,
la quimera cruel de ser hermanos,
hermanos de verdad.

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