jueves, 6 de marzo de 2008

No entiendo...




No entiendo
cómo hemos llegado
a una situación como esta.

Los hermanos lejanos,
la intranquilidad presente,
la desconfianza y la amenaza,
ingredientes del discurso ardiente.

Gobiernos de países hermanos
intentan demostrar quién es
el país mas fuerte.
Es verdad…
los derechos humanos
han sido pisoteados:
por los narcoterroristas,
por los militaristas,
por aquellos que creen
tener el poder supremo
para hacer lo que le da la gana.

Unos guerrilleros muertos,
asesinados, se dice,
a sangre fría y por la espalda,
quizá medidos con su misma vara,
pero esta vez se compromete
la seguridad ciudadana,
es verdad lo de la soberanía,
es verdad lo del respeto territorial,
pero que lo respeten todos,
formales e informales,
ciudadanos en plenos derechos
como los delincuentes comunes,
nuestra tierra es tierra de paz
y así debe ser y seguir,
otras cosa ¡jamás!.

Entonces miro
en el revuelto río,
que hay quienes pescar quieren
una mediática fama,
aprovechando un momento
complejo y difícil
en lo que alguna vez
a llamarse llegó
la Gran Colombia,
la gran Patria,
el sueño perdido,
el anhelo en el olvido.

No entiendo…
que cuando hablar debemos
de acabar con el hambre
y la miseria humana,
de luchar contra la ignorancia
y la intolerancia manifiesta.
Cuando se necesita
de salud básica,
de transporte público,
de carreteras enteras,
de control de los precios,
enfrentados nos encontramos
pues del conflicto somos parte
así digamos lo contrario,
pues la narcoguerrilla
ha hecho suya
una tierra que parece baldía,
unas gentes impotentes,
sin protección alguna.

No entiendo…
pero al momento
hacerle frente debemos
y es cuando nuestras manos
y corazones
deben unirse
y latir comunes,
pues los ciudadanos
no tenemos diferencias,
sean colombianos,
venezolanos
o ecuatorianos,
antes que ello
somos seres humanos.

Por ello siempre
mientras pueda
condenaré el discurso
que posicionarse pretende
a través de la burla,
de la ironía,
del abuso de la palabra,
de la división de la sociedad toda,
como si por ser de una clase,
de una población
u otra condición,
somos buenos o malos.
Como si los colores,
o las banderas políticas
nos dieran el permiso
para declararnos
dueños de la verdad absoluta.
Esa debe ser nuestra lucha,
contra la verborrea barata.

Que diría el Libertador,
hoy que su nombre
para todo sirve,
menos para lo debido,
oigamos algunas de sus palabras,
meditemos algunos de sus mensajes:

... el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores.

... elevar el monumento consagrado a nuestra reconciliación, a la tregua y al derecho común de los hombres. Bien merecía este monumento ser tallado sobre una mole de diamantes y esmaltado de jacintos y rubíes; pero construido en nuestros corazones.


Ojala nuestros corazones
alberguen tal construcción iluminada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doc. esa parte que dice que debemos buscar salud, educación, precios estables, carreteras es importante. Es difícil creer que en la cabeza de alguien este primero la idea de buscar conflictos, antes de solucionar las necesidades anteriores.