Sé que sólo hay una libertad: la de pensamiento
Antoine de Saint-Exupery
Te has puesto a pensar,
¿a qué dedicas tus pensamientos?,
¿a qué o a quién prestas tu tiempo,
tu atención y preocupación?
¿Sabias que todo
lo que recibe atención crece?
Tus miedos,
tus preocupaciones,
tus temores,
tus fallos,
tus inseguridades,
crecerán
en la medida y en la frecuencia
en que los visites,
les dediques tu tiempo
y les prestes tu atención.
Con ello no quiero decir,
que no debemos conocer
y estar conscientes
qué debemos cuidar,
de qué nos debemos preocupar
y sobre qué debemos trabajar
para mejorar,
aquello que queremos cambiar.
El trabajo personal
debe o debería enfocarse
no a luchar contra ciertos pensamientos,
a veces, deforma infructuosa,
si no, a desarrollar la capacidad
para elegir cuidadosamente
de forma constante y permanente
aquello que debe ocupar
nuestro tiempo, nuestro esfuerzo,
nuestro esfuerzo interior,
nuestros íntimos anhelos.
Desarrollar
la maravillosa capacidad
de decidir cada día
¿qué es lo que queremos fortalecer?
y que hará florecer
ese yo que muchas veces
se nos pierde
en la infinidad de temores
y de dudas
que nos asaltan sin pensarlo.
Es un ejercicio,
que invita a dedicarse
con pasión
a aquello que nos hace bien,
pero que a la vez
nos hemos declarado incapaces de lograr,
porque no hay tiempo,
porque no sabemos cómo,
porque nos gana la desgana,
porque antes de empezar,
visitamos y damos espacio a la derrota.
La debida atención,
a lo que de verdad
nos sienta y nos hace bien,
hará que esa libertad de pensar
sea tal.
Si bien,
es un ejercicio personal,
de seguro afectará
a las decisiones que debamos tomar
para la convivencia con los demás.
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