jueves, 4 de agosto de 2016

Raíces y alas


Sólo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos:
uno, raíces; otro, alas.
Hodding Carter

Despiertas un día,
el menos pensado de la vida,
y descubres
que aquella criatura
que dormía en tus brazos
que apenas caminar podía
y que su hablar no entendías,
hoy es un hombre o una mujer
que empieza una nueva etapa de la vida.

El tiempo pasó,
casi sin pensarlo
casi sin vivirlo,
casi sin sentirlo,
en la intensidad del vida,
en la intensidad del día a día.

Aquellos niños que jugaban contigo,
que andaban por allí,
sin otro interés o deseo
que jugar toda su vida y todo su tiempo…
hoy son casi adultos,
o no lo sé… adultos tal vez,
… es que no lo entiendo,
¡cómo ha pasado el tiempo!

Un tiempo,
que parecía lento,
como la vida de un árbol,
que parece
que nunca crecería,
que nos parecía,
que tardaría una vida
para dar sombra y cobijo,
para ser grande…
para ser un árbol.

Así han crecido,
así han vivido nuestros hijos,
echando raíces,
que no es otra cosa,
que aprendiendo de ti,
de tu ejemplo…
Es verdad…
aprendiendo
cosas buenas y malas,
como la vida misma,
pero siempre,
con el amor eterno
de un padre y una madre
que se equivocan todo el tiempo,
que se equivocarán una eternidad,
pero que educarán
con la profundidad y sentido,
con la pasión y el delirio
de hacer de los hijos
raíces y alas para la vida,
raíces y alas para la eternidad.

Hoy me despierto,
con el dolor y alegría
que deja la vida de un hijo
que deja de ser niño
y empieza su historia propia
donde descubrirá,
seguramente,
el amargo y el dulce de la vida,
la promesa incumplida,
la miseria de la gente maldita,
y  a la vez,
conocer gente maravillosa,
oportunidades hermosas,
situaciones que hacen de la vida,
una esperanza continua.

Son y no son los hijos,
lo son por que son tu sangre,
y no lo son
porque son únicos,
eternos y complejos,
con sus aspiraciones y anhelos,
que esperan una cosa solamente:
que los ames,
que los entiendas,
que los apoyes,
que los comprometas,
que les creas,
que los adores,
que al final se sientan,
lo que de verdad son:
raíces y alas,
amores y esperanzas,
el futuro que no serás,
y el presente que apoyarás.



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