viernes, 9 de agosto de 2013

Política: sino estás dentro, no estás en nada

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
Bertolt Brecht

Llegar a creer,
que la participación política
es solamente para los políticos,
podría ser, quizá,
la peor de las ignorancias
de estos tiempos.

Pensar que la política,
es solamente,
un espacio, un ejercicio,
reservado en exclusiva
para aquellos que se autodenominan
políticos o partidos o movimientos políticos,
podría llevarnos
a quedar aislados
de la construcción
de lo que hemos llegado a llamar:
país, nación, estado.

El ejercicio de la política,
la organización política,
el pensamiento político,
la acción política,
hoy en día concluye,
que el sistema más adecuado,
para ser gobernados
es aquel al que hemos llamado:
democracia.
Entendida ésta,
como la delegación o encargo,
temporal y no totalitario
para que alguien,
sea éste persona o grupo,
represente e implemente
las ideas de una sociedad,
de una población.

Sin ideas sociales,
sin ideas políticas,
sin ideales democráticos,
el político representante,
mandatario temporal,
poco puede representar,
porque su electorado
ha decidido dejar de lado
la responsabilidad
social y moral,
que tiene para consigo mismo,
para con los suyos,
para con su sociedad.
Sin ideas sociales,
sin ideas políticas,
sin ideales democráticos,
el político representante,
mandatario temporal,
poco puede representar,
porque su electorado
no está involucrado,
y no quiere participar,
dejándolo en la libertad
de interpretar y reinterpretar
aquel silencio ciudadano,
y por ello queda en libertad
de poner en nuestras bocas
palabras, ideas, pensamientos,
que jamás hemos tenido,
que jamás hemos sentido.

Sin ideas sociales,
sin ideas políticas,
sin ideales democráticos,
el político representante,
mandatario temporal,
poco puede representar,
al contrario transforma la realidad
en beneficio del poder
y aquel ideal político de democracia
se transforma de a poco,
en una especie de juego de palabras
donde aquel encargo de hacer el bien
para y por todos,
de representar las ideas y voluntades
de todos,
de ejercer la temporalidad
de un encargo con total honestidad,
deja de ser tal,
deja de ser verdad.

De nadie más es la responsabilidad
del pasado, del presente
y del futuro de la patria,
sino de sus ciudadanos.
Si no estás en la política,
es decir,
en la construcción del ideal de vida
de ti y de los tuyos,
debes aceptar el hecho triste,
de que no estás en nada,
eres por tanto,
una simple estadística,
un elector robot,
un número más,
que pasará a la historia,

sin pena ni gloria.

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