jueves, 4 de agosto de 2011

Aquellas promesas… aquellas mentiras

Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios.
Diego de Saavedra Fajardo


Fueron esas promesas,
las que nos hicieron soñar,
las que nos hicieron alegrar,
las que sembraron esperanza,
las que nos hicieron soñar.

Nos hablaron,
del aun sueño posible,
de una lucha contra titanes,
de salvar la naturaleza,
para el bien de las personas,
de decirle al mundo,
que es posible otro mundo,
que es posible conservar,
que es posible cuidar,
que es posible custodiar,
aquellos bosques,
aquellos lugares,
desde donde la naturaleza
como una madre nos brinda,
agua, aire y vida.

Íbamos a construir algo grande,
un ejemplo para el mundo,
un fondo de dinero,
que donado por muchos,
evitaría que el petróleo
sea explotado,
sea extraído del subsuelo.

Aquellas promesas,
nos hicieron soñar,
nos hicieron pensar
en que otro mundo es posible,
otra manera de hacer las cosas,
una nueva política,
una nueva manera de gobernar.

Aquella promesas,
hicieron soñar a otros,
hicieron pensar
que podíamos inaugurar,
una nueva manera de entender
la difícil relación
entre el progreso y la protección,
entre el desarrollo y la conservación.

Aquellas promesas,
que fueron intensas,
que fueron diversas,
poco a poco fuero perdiendo,
la intensidad de la palabra,
la fuerza de la acción,
y quedaron en un segundo plano,
en una agenda,
que había que mantener,
porque era políticamente correcto.

Y no fueron nada más,
no fueron nada mas que promesas,
como tantas,
que al viento se lanzan,
y que se disfrazan,
de intensiones honestas,
y no son más
que palabras vacías,
voluntades muertas,
promesas incumplidas.

Y no sabes que pasa,
te dicen que el proyecto fracasa,
que ha sido boicoteado,
que ha sido burlado
y que debe cambiar,
que no se puede esperar,
que el petróleo hay que explotar,
que se necesita el dinero,
porque hay que mantener
una maquinaria de poder,
que traga y traga billetes,
que necesita pagar,
para poder gobernar.

Y las promesas,
poco a poco mueren,
poco a poco se desvanecen,
como fantasmas,
como palabras muertas,
que ya no tienen valor,
que el valor las tienen otras,
nuevas promesas,
de mejores días,
de dinero,
de un falso progreso.

Y las promesas,
parecen de pronto mentiras,
discursos dirigidos,
para construir
una falsa imagen
una falsa realidad.

Promesas…
¡qué fáciles de decir!
¡qué difíciles de cumplir!...
cuando no se han dicho con el corazón
cuando no se han dicho con la intensión
de hacerlas realidad.
Promesas,
el modo más barato,
del populismo ingrato,
que llegó por promesas,
que se mantiene por promesas,
que morirá tarde o temprano
por incumplir promesas tras promesas.

Promesas,
aprende a conocerlas,
cuando vienen del corazón,
o cuando vienen de un bocón.

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