jueves, 11 de junio de 2009

Sobre la libertad de prensa, Cartas a Santiago mi hijo


"Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos."
Simón Bolívar


Se presentan hijo mío
fuertes discusiones,
-y me apena decirlo-
que interesan poco,
al común de los mortales,
a aquellos que por la calle caminan,
que por la vida deambulan,
buscando sobrevivir el día.

Una de estas discusiones
es aquella sobre la libertad,
la libertad de prensa, de opinión,
de aquel derecho de organizarse
y decir lo que se piensa,
incluso en contra
de lo que hemos llamado autoridad.

Quizá de las libertades,
una de las más complejas,
pues sus dichos son
para muchos…
eternas verdades
o grandes mentiras,
análisis coyunturales
o intereses personales…

Sobre la libertad de prensa,
se ha dicho mucho,
no se ya cuánto de verdad,
o cuánta mentira se ha dicho,
pero el tema convoca
amores y odios,
mas aún cuando del destino
de un país como el nuestro se trata.

¿Hasta dónde llega el derecho a informar,
o aquel otro derecho a opinar?,
¿hasta dónde llega el derecho del gobierno
a informar o a opinar?,
nada está escrito,
lo que encuentras son leyes,
lo que existen son reglamentos,
que definen procesos,
pero que carecen de principios.

Lo que no entiendo,
hijo mío,
es que a pretexto de ordenar,
se utilice el aparataje del Estado
para sancionar,
actitudes que podrían significar
una falta, una omisión,
y no se si ésta o éstas,
han puesto en peligro a la nación,
han contribuido a desestabilizar
el estado de Derecho,
han dañado la magnificencia
del poder político,
de la democracia en general.

Y por el contrario,
hay medios que denigran
la dignidad humana,
que confunden la opinión ciudadana,
dirigidos por mercenarios politiqueros
que en tiempos de poder
se favorecieron con concesiones
no solo de radio, sino de televisión
y otros negocios más
disfrazados de gestión,
o esos pasquines
disfrazados de informativos
que sirven para saciar
el apetito vengativo
de aquellos que pretendieron
ser líderes populares
sin antes haber sido personas.

Pregúntate hijo mío
si para estar tranquilo en la vida
habrá que callar de manera indebida,
pues lo contrario significaría
que te callen a ti,
y dejes de ser vida
para pasar a ser: alma sometida.

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