Violencia... compañía desgraciada

Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego
Mahatma Gandhi

El calendario nos recuerda,
el aniversario de una fecha,
que reivindica la paz,
y la lucha de la noviolencia,
contra el abuso, los malos tratos,
y todo tipo de violencia,
contra las mujeres del mundo.

Un llamado que debemos hacer,
una reflexión permanente,
que la sociedad debe tener,
para de una buena vez detener,
a la desbocada violencia,
que ataca, que atrapa, que castiga,
a seres indefensos, débiles, desgastados,
sin amor propio, sin ganas de vivir,
sin ilusiones, sin emociones,
sin gusto por las cosas sencillas,
sin esperanzas… sin amor.

Un llamado a entender,
que la violencia física,
que el abuso del poder,
que la violencia psicológica,
son fenómenos ocultos,
escondidos y tapados,
que a nadie le gusta ver,
pero que están ahí,
que dañan mentes y cuerpos,
que terminan con la paz,
con la ilusión de los hijos,
con el amor, con el deseo,
con la paciencia y con la esperanza.

La violencia contra la mujer,
o contra cualquier otro ser,
debe ser condenada y combatida,
y para ello es necesario educar,
en valores de convivencia y humanidad,
en valores de respeto y consideración,
de tolerancia y amor.
Educar para poder denunciar,
para poder señalar,
al violento y al cobarde,
que esconde su condición,
en argumentos falsos de preocupación,
de celos, de temor,
y que actúa y asecha,
en el silencio de la noche,
en la soledad de la casa,
en la impunidad de la vida en pareja.

Una violencia,
que deja huellas,
en la piel y en el alma,
con golpes, con palabras,
que destroza el corazón,
con palabras amargas,
con desprecios,
con silencios, con abusos,
con golpes… con insultos.

Una violencia,
que es mal ejemplo,
pero que se copia,
se perfecciona y mejora,
porque el violento necesita,
mostrar su cara “buena y mentirosa”,
ante los ojos de otros,
aunque para los ojos de los suyos,
sea solo un mentiroso,
un abusador… un enfermo,
un violento y un tramposo.

Una violencia,
que empieza de a poco,
con el respeto olvidado,
con la dignidad aplastada,
con la compasión desechada,
con el amor asesinado.
Una violencia,
que se reproduce,
y acrecienta,
con la ignorancia,
de la víctima y el victimario,
que ignoran,
la una sus derechos
y su capacidad de valorarse;
el otro,
que a quien violenta
es un ser humano,
es una madre, una esposa,
una persona con derecho
a ser feliz… a realizarse.

No necesitamos
un día para recordar,
que la violencia contra la mujer,
se debe acabar…
necesitamos una vida
para poder obrar,
como debe de ser:
personas, seres humanos,
con dignidad y derechos,
que necesitan amor y respeto.