Y cuando menos lo esperas,
llegan esos golpes directos al alma,
de esos que te descontrolan,
de esos que desilusionan.
Y cuando menos lo esperas,
lloras por quien no lo merece,
por las palabras necias,
por la cobardía del cobarde.
Por eso,
el corazón tuyo,
recubierto debe estar,
de fortaleza y espíritu
y al violento enfrentar,
con la dignidad y el amor propio,
con la frente altiva,
y con el alma erguida.
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