jueves, 28 de junio de 2018

Juventud y Paz


La juventud es el momento de estudiar la sabiduría;
la vejez, el de practicarla
Jean Jacques Rousseau

Jóvenes reunidos alrededor de un objetivo:
la paz,
así de sencillo y así de complejo.
La paz como un modelo de vida,
como un reto personal y colectivo.

Si la juventud representa la esperanza,
la juventud por la paz,
es esperanza perpetua,
porque se compromete,
a moldear, pulir y tallar,
su propia personalidad,
y a buscar las formas noviolentas,
de construir sociedades pacíficas,
que luchan contra las desigualdades.

Juventud que aprende a entender,
cuáles son los diversos tipos de violencia,
cuáles son sus causas y motivos,
y de esa manera,
compartir y aplicar ideas
y acciones de paz.

Porque la paz se construye
de forma colectiva y solidaria,
dejando de lado intereses particulares,
y uniendo voluntades
en torno al interés común.

Porque la paz tiene varios apellidos,
que tienen que ver con la cultura,
con la madre tierra,
con la lucha contra las desigualdades,
con la defensa de los derechos humanos,
con la dignidad de la persona humana,
con el futuro de y para todos.

Jóvenes que han decidido encender,
la luz de la paz en su corazón,
y compartir esa luz,
con otros corazones,
jóvenes y no tan jóvenes,
ávidos de un mensaje diferente y real.

Jóvenes por la paz,
que llegan a entender,
que la política no es sinónimo de corrupción,
ni de terror, ni de atentados a los derechos humanos,
que entienden la fuerza de su voz,
y de sus manos en acción.

Jóvenes que deciden asumir,
el duro reto de enfrentar las violencias,
en sus diferentes formas,
de comprender sus diversos entornos,
pero sobre de actuar,
de no esperar que actúen otros,
o que sean los mismos de siempre,
los que digan qué hacer y cómo hacerlo.

Una juventud por la paz,
activa permanentemente,
que siente el dolor de la violencia,
y el dolor de los violentados.
Que sabe que la paz,
solamente será posible,
si podemos entenderla
y construirla, tal cual la sueña.

Juventud y paz,
impronta de una generación,
que se atreve, que se anima,
que reacciona que actúa,
que asume una ética pacífica,
una ética social y humana,
que es motor y fuerza para actuar.

Porque la paz no se construye sola,
porque la paz no es ausencia de guerra,
porque la paz no se legisla a través de una ley,
porque la paz no se impone,
porque la paz se construye,
de lo personal a lo interpersonal,
y de lo interpersonal a lo global,
por eso,
una juventud por la paz,
es esperanza,
que se regará con esfuerzo,
estudio, trabajo y acción.

Como dijo el poeta Amado Nervo:
Hay algo tan necesario como el pan de cada día,
y es la paz de cada día;
 la paz sin la cual el mismo pan es amargo.

Que la paz de cada día,
sea el pan de cada día,
amasado y horneado,
por las manos de jóvenes por la paz.

jueves, 21 de junio de 2018

Sobre segregaciones y maldades


Todos los hombres son iguales.
La diferencia entre ellos no está en su nacimiento, sino en su virtud
Voltaire
Ningún derecho humano será tal,
si solamente queda en el papel.
No habrán libertades, ni igualdades,
si los seres humanos no lo son.
Toda declaración,
a favor de la igualdad de la humanidad,
quedará en eso, en una declaración,
si no es posible pasar a la acción
y que las personas sintamos
que de verdad somos iguales en derechos,
oportunidades y responsabilidades.

Millones de personas en el mundo,
se ven obligadas,
a dejar su lugar de nacimiento,
su casa, su cultura, su familia,
su trabajo, sus estudios… su futuro,
porque un gobernante desgraciado,
ha destruido su vida y la vida de sus coterráneos.
Se ven obligados a huir,
a buscar nuevos lugares,
nuevos destinos para sobrevivir,
no para vivir… para sobrevivir.

Esos millones de personas,
son tratados como delincuentes,
como deshechos, como basura,
como maleantes o criminales.
Se les niega la entrada en las fronteras,
se los detiene, se los abusa, se los maltrata.

Mientras los parlamentos
de los países ricos,
discuten solamente en palabras,
cómo remediar el mal,
que es para ellos los movilizados,
los refugiados, los mal llamados “ilegales”.
Mientras eso pasa,
se pisotean los derechos y libertades,
de personas inocentes,
que sufren ya el trauma del desarraigo, 
y ahora sufren maltrato,
al punto de separar en jaulas,
a niños y a padres.

Las desigualdades,
nos traen estos males.
Mientras se dice que los migrantes
son los delincuentes,
olvidamos que los verdaderos delincuentes,
genocidas, terroristas y maleantes,
son aquellos gobernantes,
que han destruido sus países,
que han aniquilado la democracia,
que se han robado toda la plata,
que han asesinado, secuestrado y encarcelado,
a sus propios ciudadanos.
Esos son los verdaderos delincuentes,
ellos deben estar presos,
ellos deben regresar el dinero robado,
pedir perdón por sus crímenes,
recibir las penas por sus faltas,
dejar el poder,
para no seguir haciendo mal,
y obligar a sus ciudadanos a huir.

No podemos llamarnos iguales,
no podemos hablar de derechos,
no podemos estar tranquilos,
no podemos bajar las manos,
no podemos quedarnos callados,
si en el siglo veintiuno,
la segregación y la maldad,
son la forma de enfrentar
las incontenibles mareas humanas,
que intentan cruzar las fronteras,
buscar nuevos vientos,
nuevas oportunidades,
nuevos sueños,
nuevas esperanzas,
ante la crisis de sus países.

Triste es mirar,
que más importa un juego,
a  la realidad.
Que lloramos porque perdemos un partido,
y no por aquel niño,
separado de su familia,
que en su inocencia,
debe descubrir muy temprano,
que la miseria humana existe,
y existe en el corazón de los gobernantes,
de los que tienen el poder,
De aquellos que nos dicen que somos iguales,
mientras nos niegan nuestros derechos,
y nos regalan migajas de supuesta igualdad.

jueves, 14 de junio de 2018

Tiranos contemporáneos


Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados
 y ningún hombre de espíritu elevado les adulará
Aristóteles

Tiempos de tiranos contemporáneos,
disfrazados de dioses de barro,
de líderes democráticos.
que llenan sus discursos
de palabras vacías,
y sus cuentas bancarias,
de suculentos recursos,
que no les pertenecen,
porque que se roban del electorado.

Tiranos contemporáneos,
que llegaron al poder,
gracias a una suerte electoral,
gracias a un sistema
que dice que democracia
en solamente votar en elecciones,
sin conocimiento de causa,
sin control,
sin criterio,
sin sentido común.

Instalados en el poder,
los tiranos contemporáneos,
disponen de todo lo que está a su alcance,
poderes públicos, cuentas, dinero,
bienes, destinos, corazones y caminos.
Asaltan el poder,
y silencian la palabra,
intimidan, encarcelan y matan,
a los que les critican.

Sobornan, gratifican y protegen,
a los que los secundan,
sin importar si son mafiosos,
delincuentes, narcotraficantes o asesinos,
y peor aún, si son ignorantes,
que se creen todo lo que leen,
o todo lo que les dice el tirano contemporáneo.

Tiranos contemporáneos,
cuyas manos están
llenas de sangre,
llenas de impunidad,
llenas de abusos,
llenas de prepotencia,
llenas de mentiras,
llenas de horror.

Ejercen su poder de manera tal,
que se olvidan que son mortales,
que son pasajeros,
que si bien la justicia,
no los puede juzgar,
mientras están en el poder,
el tiempo es un juez eterno,
que juzga cuando llega el momento.

Tiranos contemporáneos,
que viven en nuestros tiempos,
que están ahí,
protegidos por los poderes complejos,
de los intereses económicos,
protegidos por el narcotráfico
y la ambición  insaciable de tener más,
sin importar si los que los eligieron
mueren de hambre,
mueren enfermos,
mueren… sin esperanza.

Si los que los eligieron,
deben abandonar su país,
y empezar una nueva vida,
que no se llama vida,
tratados como refugiados,
como invasores,
como extraños,
los desplazados por los tiranos,
no solamente enfrentan el hambre,
sino el maltrato
de quienes los ven caminar,
por países extraños,
que no estaban preparados para recibir
a  “esos” que llaman “extraños”,
que deambulan buscando,
la oportunidad que su gobierno
nunca les pudo dar.

¿Hasta cuándo aceptamos esto?,
¿hasta cuándo un desgraciado,
que se autodenomina presidente electo,
hace lo que le da la gana:
roba, mata, calla, destruye,
y acaba con todo lo positivo,
el futuro, el destino de un pueblo?,
sin que haya nada ni nadie que pueda
decirle basta,
y peor aún,
que hayan otros más desgraciados,
que los aplaudan,
que los defiendan,
que digan que darían la vida,
por aquellos que han quitado la vida
a decenas, centenas y millares
de personas inconscientes y abandonadas.

Tiranos contemporáneos,
seres despreciables,
que caminan por ahí,
impunes, y rodeados por criminales,
instalados en su poder
con la complicidad de una sociedad
que no se logra organizar
contra el criminal y contra el mal.

jueves, 7 de junio de 2018

Sobre las desigualdades


La desigualdad corrompe a las sociedades desde dentro. Con el tiempo aumenta la competencia por el estatus y los bienes, las personas tienen un creciente sentido de superioridad (o de inferioridad) basado en sus posesiones, se consolidan los prejuicios hacia los que están más abajo en la escala social, la delincuencia aumenta y las patologías debidas a las desventajas sociales se hacen cada vez más marcadas.
Tony Judt

Un político,
se sienta en  la silla del poder,
y cree que por ello
puede hacer lo que le de la gana:
gastarse todo el dinero público
y buscar siempre el beneficio propio.

Vivimos en el continente,
con mayores desigualdades en el mundo,
y pese a ello
presumimos de contar con
las mejores constituciones.
Decimos que somos el simil del progreso,
pero cavamos todos los días
el agujero donde enterramos
todos los derechos humanos  y las ilusiones.

No nos detenemos a pensar,
que la educación no es para todos,
y que por ello,
la igonorancia reina,
y con ella,
los politiqueros baratos y desgraciados
lucran del sabernos ignorantes,
del sabernos divididos,
del sabernos distraídos,
del sabernos disminuídos.

La desigualdad se encuentra,
en la inequidad para acceder
a los servicios de salud.
Sistemas caducos de salud pública,
corrupción sin control,
en la compra de insumos,
enfermos que esperan sin esperanza,
médicos que luchan,
contra el mounstro de un gobierno,
que se llena la boca de estadisticas
supuestamente buenas,
mientras la salud pública agoniza,
sin esperanza siquiera.

La desigualdad está  allí,
donde se dice que la justicia es gratuita,
y no lo es.
Cuando un juez,
es cominado por su superior
para resolver en beneficio del gran pez,
y no del interés común.

La desigualdad está allí,
en una ciencia que no aporta soluciones,
sino teoías y elucrubraciones,
que de nada sirven para comer,
o para solucionar los problemas de la vida,
o los problemas del día a día.

La desigualdad está,
cuando las ciudades y las sociedades,
dejan de ser humanas,
y se convierten en una suerte del más fuerte,
en puras regulaciones,
en desconfianzas,
en amenazas y en contadiccciones.

De verdad,
somos el continente
de la mayor desigualdad posible,
y seguimos divididos,
y seguimos gritando,
que nuestra tesis es la que vale,
seguimos defendiendo
a las viejas prácticas corruptas,
a los caudillos malditos,
que se han llevado el dinero,
la ilusión y la esperanza,
a manos llenas.

Cuando entendamos,
que la desigualdad es
un crimen de lesa humanidad,
empezaremos a trabajar
por buscar sociedades,
instituciones y gobiernos
que trabajen por la igualdad,
que no significa que todos
deben pensar igual,
sino por el contrario,
que todos,
a pesar de las diferencias,
no solamente tengamos derechos,
sino oportunidades y responsabilidades.