El futuro dejado a sí mismo, sólo repite el pasado.
El cambio sólo puede ocurrir ahora - en el presente
Nisargadata Maharaj
Es tiempo de escribir
o al menos pensar,
en deseos, muchos o pocos,
pero deseos al fin,
una vez que termina
esto que llamamos año.
Cada cierre de una etapa,
nos suele llevar
necesariamente a desear
nuevas cosas
o despertar viejos anhelos,
que se esperamos se cumplan,
en los tiempos nuevos.
Lo único que me preocupa,
por decirlo menos,
es que esos deseos se acompañan,
únicamente,
con actitudes de un pasado,
que criticamos todos los días.
El deseo de cambio,
de que otros cambien,
es cada vez más fuerte.
El deseo de que otros
hagan todo, es cada vez más fuerte.
El deseo de culpar a otros
de lo que pasa y lo que nos pasa
es cada vez más fuerte y arraigado.
Repetimos con inusitada frecuencia
las mismas actitudes
de un pasado que nos acompaña
sin soltarnos de la mano,
y a la vez escribimos deseos
y promesas, cuya existencia
es prácticamente imposible.
El tránsito del deseo
a la anhelada realidad,
pasa por el cambio personal.
Por esa transformación
pequeña o grande,
pero transformación al fin,
de lo que no hay que repetir
en nuestro interior.
Como las raíces del bambú,
que tardan años en crecer
para sostener una bella
y fuerte especie,
así esa transformación personal
puede tardar mucho más.
Lo importante, creo yo,
es que esa lista de deseos,
debe completarse con una casilla
que nos diga,
a nosotros mismos,
en el silencio de nuestra intimidad,
los cambios que estamos dispuestos a operar,
para que esos deseos sean realidad.
Y no debamos esperar,
a que el tiempo de los deseos
tenga una fecha en particular,
por el contrario,
que sea una forma de caminar,
y de alimentar nuestro propio ser.