Muchos que quisieron traer luz, fueron colgados de un farol
Stanislaw Lec
Un profesor,
enseña a sus alumnos,
una tira cómica,
que fuera el motivo,
por el que asesinaran,
a varios periodistas
que trabajaban en el medio
que publicó las caricaturas.
Ese profesor,
luego de su clase
es degollado,
por haber “faltado al respeto”,
según su asesino,
a una religión
y a un dios que habla de amor y paz.
Es solamente una muestra,
dolorosa y cruel, por cierto,
de lo que es capaz la intolerancia.
Es una muestra,
dolorosa y cruel,
de lo que es el adoctrinamiento,
el lavado de cerebro,
y la manipulación que busca,
a toda costa
y con enorme éxito,
que los seres humanos,
no desarrollen la capacidad de pensar,
de analizar, de criticar y de opinar.
La ignorancia,
crece al ritmo de pandemia.,
La manipulación
para el adoctrinamiento,
cuenta con planificación y presupuesto.
La intolerancia es
la respuesta de mentes sin cerebro
y cuerpos sin corazón.
La eternidad de aquel maestro,
empieza con su muerte,
más allá de sus errores
y de sus hechos.
Quiso hablar
de libertad de expresión
y le cortaron la cabeza,
como una venganza,
como un mensaje,
una advertencia,
como una sentencia.
En clave de paz,
si algo no concuerda
con nuestros valores,
con nuestra forma de ser,
de actuar, de pensar y de creer
no puede “arreglarse”,
con violencia, manipulación
y muerte.
Debemos aprender
otras formas, otras herramientas:
protesta, objeción de conciencia,
desobediencia civil,
ética y buenas costumbres.
La perversa intolerancia,
nos lleva a normalizar,
lo inhumano
y lo carente de sentido común.
La perversa intolerancia,
hace al dogma,
el dios perfecto,
convierte a sus hijos,
en seres ciegos,
se come sus ojos,
y devora su corazón,
pues su mensaje es,
que todo acto violento
e intolerante,
tiene una justificación.
Muchos de los que
traerán luz,
morirán colgados de un farol,
víctimas de la intolerancia,
que busca silenciar
el libre pensamiento,
olvidando que la libertad,
que el ideal de la libertad,
florecerá en cada segundo,
en cada minuto, en cada hora
y en cada día,
que podamos sembrar,
con el ejemplo,
las buenas costumbres
y la convivencia entre iguales,
aunque diferentes.