jueves, 28 de marzo de 2019

Huellas


El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar,
no soporta “el modo imperativo”
Jorge Luis Borges


Ayer viví
una noche mágica,
en un lugar especial
donde el libro,
la lectura y la vida,
se promovían
de par en par.

Había a su vez
una obra de teatro,
un espacio para contar,
cuentos de niños
escritos por niños.
Otro espacio para escuchar,
las historias y consejos
de los abuelitos,
de los más viejos,
que no por ello
han dejado de ser niños,
o de soñar, o de vivir.

Un cineasta contaba,
la historia…
su historia,
mientras un cantautor,
con su charango y su voz,
contaba y cantaba,
historias que dejan huella,
que dejan una marca,
una enseñanza,
un mensaje que se graba,
en el fondo del corazón,
en el centro del alma.

Porque eso buscan,
los que intentan
construir un mundo mejor,
unas mejores condiciones de vida,
un rescate de la dignidad,
un restaurar la convivencia
en la diversidad,
en la tolerancia y en la paz.
Buscan dejar huella,
como aquella que dejaron otros,
cuando pasaron
por los días de su vida,
por el tiempo de su existencia.

Huellas de amor,
huellas de pasión,
huellas de esperanza,
huellas de vida.
Huellas que reflejan dolor,
sufrimiento y desazón,
que sirven para valorar,
las huellas diferentes,
las huellas que valen la pena,
aquellas que debemos apreciar,
porque nos sirven para caminar
hacia el horizonte soñado.

Huellas que se dejan al andar,
como testimonio,
como ejemplo.
Huellas que verán
los que vienen detrás,
y que esperamos les sirvan
para caminar su camino,
con menos tropiezos.

Huellas del maestro,
del guía,
del que siembra en el corazón,
el gusto por leer,
y el placer por entender lo leído.

Huellas que nos invitan a soñar,
con nuevos tiempos
con nuevos momentos,
con nuevos escenarios,
con esperanzas frescas,
con fuerzas para caminar,
con fuerzas para levantarnos
cuando estemos caídos,
Con fuerzas para amar,
a pesar los desamores.

Que hayan más espacios así,
para leer, para soñar y cantar,
para contarnos historias,
para abrazarnos…
a pesar,
de ese mundo que gira,
en medio de desesperanzas,
en medio de desvaríos,
en medio de llantos,
en medio de olvidos.

jueves, 21 de marzo de 2019

Ignorancia dañina

Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante 
que entre un hombre vivo y un cadáver
Aristóteles 


Cada vez,
y con mayor frecuencia
llego a pensar,
que al poder en el poder,
le interesa mantenernos ignorantes,
confundidos, temerosos, 
desinformados y divididos. 

Nos repiten todos los días,
que vivimos en democracia,
y que el poder está en el pueblo,
pero todos los días,
el poder en el poder,
impide a que accedamos 
a información cierta y contrastada.

El poder en el poder,
y los políticos que viven de él,
han encontrado en la ignorancia,
la forma perfecta para reinar
en medio de medias verdades
y medias mentiras.

Terminamos por no saber,
lo que deberíamos saber.
Terminamos por ignorar,
las proporciones de la corrupción,
de robo descarado del dinero público,
y todo el daño que eso causa,
al desarrollo y al futuro.

Ignoramos los crímenes de estado,
en contra de los ciudadanos,
acoso, maltrato, amenazas
y persecución, utilizando para ello,
las instituciones de seguridad
que deberían cuidar 
de la seguridad de los ciudadanos,
y no prestarse para maltratar,
a quienes el poder señala como enemigos,
por el simple hecho de preguntar,
o porque se declararon enemigos de la ignorancia
y buscan saber y entender la profundidad
y la magnitud de la corrupción y sus tentáculos.

Ignoramos nuestros derechos,
y también nuestras obligaciones.
Creemos que la política 
es solamente para los políticos 
de los movimientos o partidos,
cuando la política nos corresponde a todos.
Creemos que elegir 
es lo único que podemos hacer
en un régimen llamado democrático.
Ignoramos que podemos ejercer
el derecho y el deber
de pedir cuentas a quienes administran 
el dinero público,  el dinero de todos.
Que tenemos el derecho de oponernos
a una decisión de autoridad
que atenta el sentido común,
a los derechos humanos 
y la dignidad de las personas.

Ignoramos al creer,
cualquier cosa que nos digan,
que leamos o que llegue a nuestras manos,
y cuya fuente desconocemos,
o cuya fuente son los mismos
politiqueros en el poder,
los mismos que robaron a manos llenas,
los mismos que irrespetaron derechos,
los mismos que gobernaron
sin dar cuentas a nadie,
los mismos que usaron dinero público
para beneficiarse y beneficiar
a sus socios y familiares,
los mismos que desconocieron la ley
y que ahora piden respeto.
Ignoramos que esa ignorancia,
nos lleva por el peligroso camino
de confiar en la mentira y en el mentiroso,
y convertirnos en defensores 
de las mentiras 
de los mentirosos de turno.

Ignoramos y lo peor,
no hacemos nada para cambiar
una desigualdad social 
que genera una de las violencias invisibles:
la violencia estructural.
Porque el sistema nos dice,
porque el poder en el poder,
nos dicen cómo debemos actuar,
asumiendo como verdad
que nada podremos hacer
para cambiar la realidad.
Que debemos pensar mal
y que podremos acertar.
Que pensar bien,
que pensar sin maldad,
no corresponde al mundo actual.

Ignoramos que ignoramos,
y eso nos hace doblemente ignorantes.
Sabiendo lo que no debemos saber,
ignorando lo que deberíamos conocer.
En un estado así,
en un momento así,
siento que nos encontramos 
en un delicado momento social,
donde nuevamente declararemos ganador
a quien o quienes 
han usado la desinformación
como herramienta para captar
la voluntad, el silencio
y el sentimiento de los ignorantes.

Cabe indicar,
que la ignorancia tiene cura:
se llama educación,
no adoctrinamiento,
educación, a la cual se le agrega,

sentido común, humanismo y equidad.

jueves, 14 de marzo de 2019

Los ciudadanos… y sus (supuestos) representantes


A vos os corresponde destruir al infame político que convierte al crimen en virtud. La palabra político significaba, en su origen primitivo, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, Señor, su antiguo significado.
Voltaire

A pocos días,
de elegir un consejo
que se dice
de participación ciudadana,
custodio del honor,
del ejercicio de los derechos de participación
y control social de lo público,
de la lucha contra la corrupción
y la promoción de la transparencia,
capaz de designar u organizar
procesos de designación de las autoridades
que la Constitución dispone.
A pocos días digo,
de elegir a quienes,
tendrán tremenda responsabilidad,
me encuentro con varias interrogantes,
que no logro contestar
a pesar de las brillantes
intervenciones de los eruditos en la materia.

¿Será honesto pensar,
que este tipo de organismo
representa y promueve
la participación de la sociedad?,
¿que solamente le inspira
el beneficio común,
y está libre de influencias
de las mafias politiqueras
que son financiadas
por el narcotráfico
y la corrupción?

Será cierto,
que este tipo de Consejo,
es la voz del pueblo
y que, al momento de actuar,
¿lo hará pensando
en todos
y no en ninguno en especial?

Oigo a los “candidatos”
al Consejo de Participación Ciudadana
y de Control Social,
ofreciendo trabajo,
obras de infraestructura,
un mundo nuevo,
a partir de su elección,
y me pregunto si en realidad
tendremos todos
la cara de pendejos,
para que se burlen sin tapujos,
prometiendo el “oro y el moro”,
un cambio extremo,
apoyados por los dioses de barro,
que dicen que si elegimos
a unos personajes determinados,
“volverá la patria”
y con ello,
“volverá la pesadilla,
el saqueo y la mafia”,
aunque en realidad,
no sé si se ha ido,
o está oculta,
bajo el rostro sonriente
de un testaferro
del poder y de la gracia
que sabe manipular
la voluntad de un electorado
adormitado y cansado,
ignorante y desgraciado.

Los ciudadanos
hemos perdido
o quizá no hemos entendido
lo que significa
que alguien nos represente,
que un organismo
sea el abanderado
de nuestros valores,
de nuestras aspiraciones
o que una institución vele
por nuestro presente
y por nuestro futuro,
evitando y denunciado
a cuanto delincuente intente
robar el dinero de los ciudadanos,
estafar las arcas públicas,
beneficiarse de un cargo de elección popular
o vender su alma
al caudillo desgraciado
que consiguió el voto de un pueblo
que creyó en su palabra,
sin juzgar sus acciones,
peor aún su corazón y su alma.

Los ciudadanos,
no podemos aceptar,
que debamos votar,
sin saber a quien votamos,
peor aún
para que se conforme
una institución
de un poder brutal
que podría acabar
con las pocas esperanzas que tiene
el sentido común,
frente a la delincuencia organizada
por la miseria humana
disfrazada de política populachera
que baila y canta
entreteniendo al pueblo,
y tras bastidores roba,
sin descanso ni descaro.

Los ciudadanos,
deben decir ¡basta!,
y devolver la virtud que tiene
el servicio público,
la representación popular,
la voz de los sin voz,
el fin de la corrupción,
el entierro de los desgraciados,
que no solo robaron
sino que quieren seguir robando,
sin límite y sin descanso.
¡Basta de engaños!,
¡basta de hacernos daño!
Si aquella clase política no nos respeta,
hagámonos respetar como seres humanos.