Los
tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados
y ningún hombre de espíritu elevado les
adulará
Aristóteles
Tiempos
de tiranos contemporáneos,
disfrazados
de dioses de barro,
de
líderes democráticos.
que
llenan sus discursos
de
palabras vacías,
y
sus cuentas bancarias,
de
suculentos recursos,
que
no les pertenecen,
porque
que se roban del electorado.
Tiranos
contemporáneos,
que
llegaron al poder,
gracias
a una suerte electoral,
gracias
a un sistema
que
dice que democracia
en
solamente votar en elecciones,
sin
conocimiento de causa,
sin
control,
sin
criterio,
sin
sentido común.
Instalados
en el poder,
los
tiranos contemporáneos,
disponen
de todo lo que está a su alcance,
poderes
públicos, cuentas, dinero,
bienes,
destinos, corazones y caminos.
Asaltan
el poder,
y
silencian la palabra,
intimidan,
encarcelan y matan,
a
los que les critican.
Sobornan,
gratifican y protegen,
a
los que los secundan,
sin
importar si son mafiosos,
delincuentes,
narcotraficantes o asesinos,
y
peor aún, si son ignorantes,
que
se creen todo lo que leen,
o
todo lo que les dice el tirano contemporáneo.
Tiranos
contemporáneos,
cuyas
manos están
llenas
de sangre,
llenas
de impunidad,
llenas
de abusos,
llenas
de prepotencia,
llenas
de mentiras,
llenas
de horror.
Ejercen
su poder de manera tal,
que
se olvidan que son mortales,
que
son pasajeros,
que
si bien la justicia,
no
los puede juzgar,
mientras
están en el poder,
el
tiempo es un juez eterno,
que
juzga cuando llega el momento.
Tiranos
contemporáneos,
que
viven en nuestros tiempos,
que
están ahí,
protegidos
por los poderes complejos,
de
los intereses económicos,
protegidos
por el narcotráfico
y
la ambición insaciable de tener más,
sin
importar si los que los eligieron
mueren
de hambre,
mueren
enfermos,
mueren…
sin esperanza.
Si
los que los eligieron,
deben
abandonar su país,
y
empezar una nueva vida,
que
no se llama vida,
tratados
como refugiados,
como
invasores,
como
extraños,
los
desplazados por los tiranos,
no
solamente enfrentan el hambre,
sino
el maltrato
de
quienes los ven caminar,
por
países extraños,
que
no estaban preparados para recibir
a
“esos” que llaman “extraños”,
que
deambulan buscando,
la
oportunidad que su gobierno
nunca
les pudo dar.
¿Hasta
cuándo aceptamos esto?,
¿hasta
cuándo un desgraciado,
que
se autodenomina presidente electo,
hace
lo que le da la gana:
roba,
mata, calla, destruye,
y
acaba con todo lo positivo,
el
futuro, el destino de un pueblo?,
sin
que haya nada ni nadie que pueda
decirle
basta,
y
peor aún,
que
hayan otros más desgraciados,
que
los aplaudan,
que
los defiendan,
que
digan que darían la vida,
por
aquellos que han quitado la vida
a
decenas, centenas y millares
de
personas inconscientes y abandonadas.
Tiranos
contemporáneos,
seres
despreciables,
que
caminan por ahí,
impunes,
y rodeados por criminales,
instalados
en su poder
con
la complicidad de una sociedad
que
no se logra organizar
contra
el criminal y contra el mal.
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