Y entonces…
el entendió
que debía seguir el camino,
que nada cambiaría el destino.
Algún día la amó,
pero de eso tanto ya,
que no recuerda su olor,
ni el sabor de sus besos.
Hoy la mira distante,
lejano… en otro mundo,
esperando que ella marche,
que le diga adiós para siempre.
Ella… tranquila espera,
el momento de ser de nuevo,
libre, feliz y sincera.
No le duele el desamor,
su corazón y su voz,
empiezan a latir de pasión.
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