Después de llorar,
recoge los pedazos de tu corazón,
y pégalos de a poco,
con una mezcla de paciencia,
esperanza y amor.
Después de llorar,
recoge las pocas lágrimas,
que no se han podido evaporar,
y guárdalas para limpiar
las impurezas del alma.
Después de llorar,
envuelve la ira y el rencor,
entiérralos muy profundo,
y olvida ese lugar,
e intenta jamás regresar.
Después de llorar,
una vez limpios los ojos,
reconoce los rostros,
las miradas y las palabras,
de los que te aman,
y no te dejarán jamás.
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