Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.
George Orwell
Llegamos a pensar
que tras la pandemia
y sobrevivir a ella
los humanos,
recuperarían,
restaurarían,
y desarrollarían
un profundo sentimiento de humanidad.
Algunos hechos,
algunas acciones,
algunos comportamientos
nos hacen pensar lo contrario.
Si a eso le sumamos
que los liderazgos,
los gobernantes
y los encargados
de administrar
la cosa pública
actúan,
en su gran mayoría,
ajenos a la realidad
y al dolor de sus ciudadanos,
es lógico pensar
que no hay humanidad
en una buena parte de los humanos.
Tenemos los diagnósticos,
no son necesarios más estudios,
para darnos cuenta
que se está perdiendo
la capacidad de ponerse
en el lugar de los demás.
Que,
comprender y compartir
los propios sentimientos,
es mal visto,
es juzgado y hasta penado.
Y, a pesar de las miles de manos
que ayudan y apoyan
a los más necesitados,
en situaciones complejas,
en situaciones difíciles,
las garras de las industrias de la violencia
siguen causando daño y dolor.
Necesitamos recuperar,
cuanto antes,
este sentido de humanidad
para los seres humanos.
Que los espacios de convergencia,
de colaboración,
de unión y apoyo,
no desmayen, que mantengan encendida
la llama de la esperanza,
pues recuperar el sentido de humanidad
conlleva reeducar y reeducarnos
en la comprensión, respeto
y valoración hacia los seres humanos.
Que aprendamos nuevamente
a actuar con ética y solidaridad
como una forma de contribuir
al bienestar y desarrollo
de propios y extraños
El momento nos requiere creativos,
promotores de nuevas ideas,
de soluciones prácticas e innovadoras
sencillas pero potentes,
que nos despierten para siempre
el sentido de humanidad.
Hasta ahora,
las crisis han sacado a la luz
comportamientos y acciones
que dicen poco de los humanos.
Es posible,
la humanidad en los humanos:
es una suma de acciones pequeñas,
de pequeños hábitos,
de buenos ejemplos
de actitudes responsables,
de compromisos serios,
de no permitir
que llegue a gobernar
la ignorancia y la indolencia.
Miremos dentro de nuestros corazones,
miremos a los que amamos,
y encontremos sentido
a un camino, que parece perdido.
La respuesta está,
en cada uno de nosotros,
y cito a Sábato:
hay una manera de contribuir
a la protección de la humanidad,
y es no resignarse.